Diario La Prensa

Campañas prematuras

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Larga es la lista de problemas que tenemos por resolver en este país. Los sistemas educativo y sanitario continúan en crisis, las tomas de tierras no se detienen, las empresas que cierran o son víctimas de atentados de parte de los extorsiona­dores continúan aumentando, y así un muy largo etcétera. Pero como si nada de lo anterior fuera cierto, ya hay personas, grupos y partidos políticos que han comenzado la campaña para las elecciones de 2025. Apenas ha transcurri­do la mitad del cuatrienio y ya hay quienes piensan que es tiempo de pensar en el relevo de la presidenta Castro. Y que, desde la oposición, comiencen a surgir propuestas de candidatos es de esperarse. Que partidos que están en la llanura consideren prudente y oportuno comenzar un trabajo político para sacar a Libre del poder no debe extrañar, pero que en la misma fuerza partidaria que gobierna se les comience a “quemar la miel” resulta prematuro. Prematuro porque hace falta mucho más trabajo para cumplir las promesas de campaña, porque la Presidenta requiere de la colaboraci­ón de todos sus correligio­narios para sacar adelante el país. Pero si los mismos funcionari­os, aquellos que deberían estar cumpliendo las tareas que les han sido encomendad­as, pierden el tiempo politiquea­ndo, vamos a peor.

Se entiende que los que hoy gozan de las mieles del poder quieran continuar en él; esas son ambiciones humanas comprensib­les. Pero no a costa del abandono de su trabajo y en clara desobedien­cia a lo que la mandataria publicara hace varias semanas en redes sociales.

La tentación de la campaña permanente siempre ha pesado sobre los políticos de oficio que abundan en Honduras. De hecho, hubo alguna vez quien propusiera que las elecciones internas de los partidos se llevaran a cabo un año antes de las generales, con lo cual, cada tres años habríamos tenido “años políticos”.

Se olvida que, la mejor estrategia que tiene un partido para continuar en el poder es la de haber cumplido con las expectativ­as de lo votantes. Cosa que, nos guste o no, no ha pasado en Honduras. En 23 meses, que eso es lo que le queda al gobierno actual, más bien deben intensific­arse los esfuerzos para construir los hospitales prometidos, mejorar la calidad de la educación en el sistema gubernamen­tal, lograr que nuestras carreteras vuelvan a estar transitabl­es, acabar con la insegurida­d jurídica, cada vez más en precario, para promover la inversión, volver más seguras nuestras ciudades, etc.

Lo otro no es más que cortina de humo; cortina que solo logra ver el futuro con matices oscuros.

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