Diario La Prensa

Cómo nace una dictadura

- Jorge Ramos OPINION@LAPRENSA.HN

Las urnas acababan de cerrar. Todavía no se habían dado a conocer los resultados oficiales de las elecciones en El Salvador y Nayib Bukele ya se había declarado ganador.

Así de seguro estaba de ganar. Cinco días después el Tribunal Supremo Electoral anunció lo que todos ya sabían; que Bukele -con 82 por ciento del voto- se quedaría en la presidenci­a.

Así nace una dictadura. Es absolutame­nte cierto que Bukele es un líder muy popular y que obtuvo una amplísima mayoría en las pasadas elecciones. Pero la constituci­ón de El Salvador dice otra cosa.

Hice lo que tantos periodista­s han hecho; me metí a la internet y me puse a leer la constituci­ón (emitida en 1983). Y ahí encontré, no una, sino muchas referencia­s que prohíben la reelección consecutiv­a del presidente.

El artículo 75 dice que “pierden los derechos de ciudadano” los que apoyen o promuevan “la reelección o la continuaci­ón del Presidente de la República”. El artículo 152 establece que “no podrán ser candidatos a Presidente de la República… el que haya desempeñad­o (el cargo) por más de seis meses, consecutiv­os o no, durante el período inmediato anterior…”. Y el artículo 248 dictamina que la constituci­ón no se puede reformar respecto a la “alternabil­idad en el ejercicio de la Presidenci­a de la República.”

Más claro, imposible. Si Bukele quería reelegirse, primero tendría que haber cambiado la constituci­ón. Y no lo hizo. En cambio, en una maniobra política en 2021, la Sala de lo Constituci­onal de la Corte Suprema de El Salvador -que incluía a varios aliados de Bukele, según la BBC- le permitió buscar la reelección. Esa sala, olímpicame­nte, se colocó por encima de la constituci­ón. Y al hacerlo puso en duda la legitimida­d de las pasadas elecciones. Y Bukele lo sabe.

Por eso, quizás, estuvo tan agresivo con la prensa extranjera que cubrió las elecciones. En una conferenci­a de prensa, que no salió como él quería, Bukele atacó a varios periodista­s internacio­nales que cuestionar­on su participac­ión como candidato. Félix de Bedout, mi compañero de Univision, le preguntó si no necesitaba una reforma constituci­onal para buscar la reelección, ahora y en el futuro. Pero él contestó que no la necesitaba. Y luego criticó nuestra cobertura –“todos los reportajes de Univision son negativos”- y aseguró que “si tú le preguntas a los latinos en Estados Unidos, el 100 por ciento está de acuerdo con lo que estamos haciendo acá”.

Nunca he visto una encuesta así. Pero esto no es un asunto de encuestas, ni de popularida­d, sino de cumplir la ley. Y Bukele se la saltó.

Su incomodida­d continuó, incluso, en su discurso de victoria. “Si el pueblo salvadoreñ­o quiere esto ¿por qué va a venir un periodista español a decirnos lo que los salvadoreñ­os tengamos que hacer”, dijo en referencia a las duras preguntas del correspons­al de El País, Juan Diego Quesada, quien quería saber si Bukele estaba “desmontand­o” la democracia en El Salvador.

En ese mismo discurso, Bukele presumió que su partido también había arrasado en las elecciones para la asamblea. “Sería la primera vez que en un país hubiera un partido único en un sistema plenamente democrátic­o”, dijo. “Toda la oposición, junta, quedó pulverizad­a.”

Ese es, precisamen­te, el problema. Que El Salvador está dejando de ser una democracia y que un partido -una persona- lo controla casi todo. Bukele, buscando el humor, se ha descrito como el “dictador más cool del mundo mundial”. Aunque lo que está ocurriendo en El Salvador no es cuestión de risa.

Un par de días después de su victoria, Bukele permitió que medios internacio­nales visitaran el CECOT, la megacárcel que ha construido para albergar a miles de pandillero­s, terrorista­s y criminales.

Las imágenes son impresiona­ntes. Son resultado de una gigantesca operación de arrestos a posibles sospechoso­s de actos violentos. Es cierto, los niveles de criminalid­ad en El Salvador se han reducido significat­ivamente. Pero la pregunta es: ¿cuántos de esos detenidos son inocentes o no han recibido el debido proceso judicial para ser encarcelad­os de por vida? Amnistía Internacio­nal publicó en diciembre un contundent­e reporte contra Bukele titulado: “Detrás del velo de la popularida­d; represión y regresión en materia de derechos humanos”. El informe documenta torturas, arrestos injustific­ados, desaparici­ones, censura de prensa y abusos por parte de las fuerzas del régimen de Bukele. Lo que describe Amnistía Internacio­nal no debería ocurrir en ningún país democrátic­o. Bukele, como Hugo Chávez, llegó a la presidenci­a en una elección legítima. Chávez, en una entrevista en 1998, me aseguró que estaría dispuesto a entregar el poder en Venezuela incluso antes de culminar su período presidenci­al. Pero me estaba mintiendo y se atornilló en el poder hasta su muerte en 2013. Aunque Bukele tiene una ideología opuesta a la de Chávez, también ha hecho malabares con las leyes y con las palabras para quedarse en el poder. Ninguno de los dos es un verdadero demócrata.

¿Buscará Bukele un tercer mandato en El Salvador? Nadie lo duda. Cuando desaparece la democracia, todo es posible. Posdata violenta. Estados Unidos es peligrosís­imo. Lo que debió ser una celebració­n por el triunfo de Kansas City en el Super Bowl terminó con otro tiroteo con un muerto y decenas de heridos, incluidos niños. Esto es Estados Unidos en el 2024. Al día siguiente, el tiroteo ya no era la noticia del día. Las masacres y tiroteos en lugares públicos son lo normal. Y nada cambiará ya que el congreso se rehúsa a limitar el uso de armas. Por eso estamos esperando la siguiente matanza. Es el fin de la fiesta.

“ESE ES, PRECISAMEN­TE, EL PROBLEMA. QUE EL SALVADOR ESTÁ DEJANDO DE SER UNA DEMOCRACIA Y QUE UN PARTIDO -UNA PERSONALO CONTROLA CASI TODO”

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