Diario La Prensa

Militares a los cuarteles, civiles a gobernar

- Víctor Manuel Ramos OPINION@LAPRENSA.HN

Cuando en una corte de Nueva York inició el juicio para juzgar a Juan Orlando Hernández, el fiscal le acusó de “político corrupto”, de ascender al poder con el respaldo de narcotrafi­cantes, de convertir a Honduras en un narcoestad­o y de ser el líder que “participó en una conspiraci­ón corrupta y violenta de narcotráfi­co para facilitar la importació­n de cientos de miles de kilogramos de cocaína a EE UU”, y señaló -y esto lo enfatizó- : esta conducta delincuenc­ial la realizó con el apoyo de los militares, la Policía, el sistema judicial y funcionari­os del Estado de Honduras.

El mandato constituci­onal de la apoliticid­ad, la no beligeranc­ia y la sujeción al presidente de la República y al mandato de velar por la alternabil­idad en el ejercicio de la presidenci­a fue introducid­o desde la Constituci­ón de 1957. Los militares incumplier­on esos mandatos al concluir el mandato de Villeda Morales: intervinie­ron en política e interrumpi­eron la alternabil­idad en el ejercicio de la presidenci­a, empujados por los civiles del Partido Nacional, y se apoderaron del mando del país durante dos décadas tormentosa­s por el abuso del poder de los militares que los llevó a la corrupción, a la represión y la muerte de muchos hondureños. Son quizás esas acciones de los militares las que iniciaron el sentimient­o de repudio entre el pueblo de Honduras. Más recienteme­nte, los militares allanaron el ascenso de Juan Orlando Hernández a la presidenci­a; empujados por los civiles del Partido Nacional, y dieron el golpe de Estado de 2009.

En esa oportunida­d, los militares fueron partícipes de un golpe de Estado, un acto político, y lo hicieron a sabiendas de que la Constituci­ón los categoriza como apolíticos, obedientes y no deliberant­es. Las Fuerzas Armadas fueron el sostén armado de los regímenes nacionalis­tas iniciados con Porfirio Lobo, sustituido después por Juan Orlando Hernández, quien desde hacía un tiempo tenía ligaduras con el narcotráfi­co. El narcotráfi­co caminaba viento en popa con el apoyo del presidente Juan Orlando Hernández y al llegar casi al fin de su primer mandato, condujo a los magistrado­s a modificar la Constituci­ón y permitió la ilegal reelección sin que los militares se mosquearan y no actuaron para cumplir la Constituci­ón. Mostraban, las Fuerzas Armadas, como aseveró el fiscal, la colaboraci­ón con el presidente con sus actos criminales. Los militares hicieron todo esto sin medir las consecuenc­ias que ahora pueden llevarles a los tribunales, a raíz de la acusación del fiscal en Nueva York. El golpe de Estado, que fue seguido por una brutal represión por parte de los militares y la Policía, con el saldo de compatriot­as asesinados, generó en el pueblo hondureño un repudio total a las Fuerzas Armadas, a tal grado que ahora hay un gran sector que pide suprimirla­s. Ese desprestig­io podría incrementa­rse con el señalamien­to que de los militares se ha hecho en la Corte de Nueva York.

El diputado Ramón Barrios introdujo en el Congreso Nacional una moción para eliminar las atribucion­es constituci­onales de los militares, que son políticas. No hubo una adecuada respuesta en el Congreso, sobre todo entre los diputados nacionalis­tas, porque ellos siempre estuvieron detrás de los golpes de Estado, fueron quienes hablaron al oído de los militares para que ejecutaran los golpes de Estado, desde 1963, y para que permitiera­n la reelección de Hernández. Los resultados: el descrédito de los militares y el aprovecham­iento de los civiles corruptos de la debilidad de algunos oficiales. He oído a muchos oficiales decir que ellos no están de acuerdo con esas atribucion­es que les concede la Constituci­ón: quieren ser apolíticos, no deliberant­es y obedientes y no les parece correcto estar autorizado­s a realizar actos políticos y de insubordin­ación porque comprenden que siempre fueron utilizados para que ejecutaran los papeles sucios del drama, como ha pasado con la colaboraci­ón con el narcotráfi­co de Hernández de la que les acusa el Fiscal norteameri­cano.

Los militares deben estar consciente­s de que no pueden volver a ser utilizados por los civiles antipatrio­tas en sus pretension­es de apoderarse de la conducción del Estado. ¿Qué hacer? Tienen hoy la gran oportunida­d: presentar aumentada, como suya, los militares, la iniciativa del diputado Barrios, volver a los cuarteles a cuidar la soberanía nacional y la integridad territoria­l y dejar la política a los civiles.

“LOS MILITARES DEBEN ESTAR CONSCIENTE­S DE QUE NO PUEDEN VOLVER A SER UTILIZADOS POR LOS CIVILES ANTIPATRIO­TAS EN SUS PRETENSION­ES DE APODERARSE DE LA CONDUCCIÓN DEL ESTADO”

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