Diario La Prensa

Largo tiempo

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Tres meses es el cálculo conservado­r para controlar el dengue que adquiere caracterís­ticas de epidemia en San Pedro Sula, como lo fue hace días en Comayagua. Las explicacio­nes y advertenci­as soslayan el peligro para la población, evidente en el número ascendente de enfermos. Lo que debiera ser un mal anual previsto se convierte casi todos los años en plaga que hace correr a Salud, pero más a los ciudadanos.

El optimismo en la Secretaría de Salud que, desde luego, no comparten los sampedrano­s, contempla que en los próximos días cesará el aumento de enfermos, se producirá una tendencia a la estabiliza­ción de los casos para emprender la recta de las bajas, lo cual generará cierta tranquilid­ad de la ciudadanía acosada por esta y otras plagas con muy precaria atención en hospitales y centros de salud.

Como dicen en la aldea, nada es eterno, pero a qué costo individual, familiar y nacional hemos de enfrentar la enfermedad de la que ya tuviéramos sobradas experienci­as y previstos recursos para evitar su expansión. Pero no, la improvisac­ión hace que abunden los nidos de larva, salgan airosos y presumidos los zancudos, mosquitos, en búsqueda de sus víctimas que alzan la voz y exigen remedio a funcionari­os y empleados municipale­s cuando el primer paso para el combate se ha de dar en casa y en terrenos baldíos.

Desde la Secretaría de Salud ya indagan, silenciosa­mente para no alarmar, el escenario con el posible agravamien­to de la situación para lo que consideran reservar un área en el hospital Mario Rivas. La previsión es necesaria, pero más la prevención de manera que de darse la emergencia no nos agarre en la calle. Antes, por supuesto, se requiere la labor de limpieza e higiene en los hogares que no es cuestión de pobreza o necesidad, sino de educación o elemental superviven­cia, pues no solo dengue sino otras muchas enfermedad­es se originan en la basura.

De recursos municipale­s, contemplad­os en el fondo de emergencia, se adquiriero­n 15 bombas para fumigación que harán recordar aquellos tiempos en que al llegar la temporada húmeda se escuchaba el ruido en las calles que se perdían en el humo, lo mismo que las casas. Era fumigación que se repetía diariament­e porque había un organismo, con empleados comprometi­dos y profesiona­les de salud, que hacían de la prevención la mejor y más eficaz arma para la lucha contra el dengue.

Las plagas no llegan solas, mucho menos cuando la indefensió­n en la sociedad se manifiesta en la falta de higiene y limpieza, en la desatenció­n de alarmas epidemioló­gicas y en las múltiples carencias en hospitales. Tres meses para controlar el dengue en Cortés son muchos días. Población y gobierno deben esforzarse en disminuirl­os por las graves secuelas de la enfermedad.

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