Reforma fiscal justa
Para evitar los males de un sistema fiscal desigual, todos los sectores de la economía nacional deben contribuir dentro de sus posibilidades de forma equitativa a sostener el Estado. La igualdad fiscal debe ser la norma, y solo en condiciones muy extremas se justifica la existencia de diferencias en la carga. A excepción de la protección a las personas con menos ingresos, la única otra justificación es para atraer y conservar inversión extranjera (al no existir un arraigo ni una penalidad por mudar operaciones internacionalmente, este capital o inversión puede irse a otro país más atractivo).
Los regímenes especiales tienen la desventaja de deprimir la captación de impuestos al crear vehículos que permiten migrar utilidades (dentro del mismo grupo económico) a empresas bajo régimen convencional que pasan a las de régimen especial. Las empresas que carecen de acceso a regímenes están en condiciones de desventaja de competir con estas, incentivando la ineficiencia. La reforma fiscal debe limitar al máximo las desigualdades fiscales a las empresas y personas hondureñas.
Los regímenes fiscales especiales deben ser dirigidos a las actividades de transformación con insumos y capital extranjeros (sin relación local), y enviados al mercado internacional. La transición de los regímenes actuales debe de ser a la normalidad, y no a regímenes nuevos. Para lograr esta reforma se necesita apoyo social y político plural… y respetar las leyes. Los excedentes tributarios generados por este proceso deben: devolverse parcialmente a los contribuyentes y fortalecer el presupuesto del Estado. Desconozco el impacto de una transición sustancial de los regímenes de exoneraciones, pero una cantidad sustancial del beneficio debe de ir a una reducción de los impuestos (sobre ventas y sobre la renta). El resto debe ir a la inversión pública y pago de deuda. Eso permitirá tener la reforma fiscal que necesitamos.