Siguen sin escuchar consejos
Ya son muchas las oportunidades en las que a través de esta columna o en nuestros programas de televisión venimos exigiendo que los directivos del fútbol hondureño, léase Federación Nacional Fenafuth o Liga Nacional, formen comités técnicos encargados de evaluar la situación de nuestro balompié y los acontecimientos que ocurren semanalmente en nuestros torneos nacionales e internacionales y en la participación de nuestros legionarios en las diferentes ligas en las que juegan.
Se trata de sacar conclusiones y ver cómo las mismas van cambiando si acaso van cambiando. Las estadísticas son parte de la medición. Una de las preocupantes situaciones es que ya no existen entrenadores hondureños exitosos porque no existió renovación y tampoco preparación y actualización de los jóvenes que en muchos casos decidieron abandonar y dedicarse a otras labores por falta de oportunidades.
Este análisis no le corresponde al periodismo deportivo, aquí solo lo estamos planteando. Hay muchas constantes que deben ser objeto de estudio de un equipo multidisciplinario integrado por entrenadores, administradores deportivos, psicólogos, árbitros y preparadores físicos entre otros especialistas.
Otro ejemplo es por qué todos nuestros legionarios no logran jugar los partidos completos ni siquiera en la segunda división de otras naciones. Por lo menos debería existir una recomendación para intentar remediar estos problemas. Los que han jugado en otras naciones deberían dar charlas sobre disciplina, alimentación, preparación física y métodos que han seguido durante su estada en el extranjero. Traer extranjeros para que dicten charlas es otra alternativa. Una vez les planteé que en Estados Unidos ahora hay decenas de miles de futbolistas de padres hondureños nacidos en ese país, pero nadie está encargado de buscarlos, salvo iniciativas personales que permiten que algunos por gestión de sus padres sean probados en las selecciones juveniles o infantiles. También existe el problema en las canchas del país donde juegan los niños y los jóvenes en las que se tiene que pagar por el alquiler y por lo tanto los hijos de los padres que pagan el alquiler de la cancha tienen preferencia para jugar con respecto a los niños pobres que llegan por su propia cuenta sin sus padres y que normalmente son más talentosos que los niños acomodados.