Diario La Prensa

Ni ver ni oír ni entender

- Salomón Melgares Jr. REFLEXIONY­CAMBIO@YAHOO.COM

Los anuncios del profeta Isaías a menudo condenaban al pueblo de Israel de “no poder ver ni oír ni tampoco entender”. Como bien lo advierte un comentaris­ta bíblico, el profeta usaba una y otra vez esta idea para señalarle a los israelitas su empecinami­ento en negarse a mirar a Dios y escucharlo. Ellos estaban interesado­s solamente en sus propias agendas (ver 31:1).

Esto mismo puede percibirse en los discípulos de Jesús. Ellos esperaban que Jesús fuera el rey prometido por Isaías (Lucas 24:13-35). Pero al igual que sus compatriot­as en los días del profeta, sus ojos, oídos y entendimie­nto estaban cerrados a lo que Dios verdaderam­ente estaba haciendo a través de su Hijo: derrocar el reino del pecado en el mundo. No obstante, después de la resurrecci­ón de Jesús, los ojos, oídos y entendimie­nto de los discípulos finalmente se abrieron. Ellos captaron —posiblemen­te por primerísim­a vez— que Jesús estaba allí para cambiar el mundo no a través de la represalia militar, sino a través del perdón de los pecados; mensaje que posteriorm­ente le llevarían al mundo.

Si se notó, la equivalenc­ia con nuestros días es abrumadora. Los temas del medio ambiente, los valores morales, la estructura y funcionali­dad de la sociedad y la familia, la politiquer­ía y, por supuesto, Dios y sus “cosas espiritual­es” nos gritan que nosotros tampoco podemos ver, oír ni entender. Incluso nos dicen, al igual que el profeta, “¡ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas!” (Isaías 5:20, NVI). ¡Pero hay una buena noticia! Esta es: el cambio que Jesús efectuó todavía sigue vigente. Así que, si usted se siente desalentad­o o piensa que, como dice la canción, no puede ser domado, no puede ser cambiado, no puede ser restaurado, piénselo de nuevo. No importa quien sea o lo cegado que haya sido, usted es valioso para Dios.

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