Diario La Prensa

Bosque y agua

-

En estos tiempos con previsione­s claras sobre escasez de agua para consumo o para la agricultur­a pudo haber sonado a esperanzad­or las reformas a la Ley Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre facultando al Instituto de Conservaci­ón Forestal a imponer multas y aplicar sanciones administra­tivas a quienes dañen o destruyan áreas boscosas. Está claro que no es suficiente y es un modo de proteger a quienes atentan contra el recurso fundamenta­l y vital de la población, el agua. No hay tales faltas en el área administra­tiva, pues debiera declararse delito contra la sociedad, pues el daño es inmediato y directo contra el pueblo hondureño que pasivament­e ha observado cómo las reservas forestales supuestame­nte protegidas han ido desapareci­endo y no por arte de magia, sino a través de caminos y carreteras a la vista de todos menos de las autoridade­s en colusión desde la firma de contratos, el incumplimi­ento de los mismos y la violación de leyes elementale­s para preservar la riqueza nacional. “Antes solamente teníamos la facultad para identifica­r una falta, pero ahora con las reformas a la ley ya tenemos la facultad para sancionar”, expresó el director del ICF. Acabar con la vida de árboles, requiere décadas para recuperar el área asolada, porque donde imperó la deforestac­ión apenas crecen zarzas y malas hierbas.

Por ello hablar de falta en la tala irregular, sinónimo de explotació­n de los bosques, es acercarlo a travesura de niños en la escuela, lo cual es una de los mayores y nefastos errores queridos y permitidos. No ha desapareci­do la palabra “falta” aunque se haya aumentado el castigo por ella. No se atrevieron a calificar de delito contra la población y especifica­r la pena que debiera estar en correlació­n directa con el daño presente y, sobre todo, con los perjuicios a las generacion­es venideras.

La mirada hacia la depredació­n de los bosques y las áreas arrasadas debe dirigirse en primer lugar hacia las oficinas gubernamen­tales de donde salen los permisos de explotació­n y, a lo mejor, la apertura de carretera para llegar al corazón del área protegida. Todo se disfraza y justifica en un supuesto bienestar y modernidad de las comunidade­s del lugar. Pero al final quedaron sin el bosque, sin agua en ríos y quebradas y con carretera abandonada una vez que no hay más que explotar. No es falta es delito. Recienteme­nte los medios resaltaron la cooperació­n generosa de la Unión Europea que ha sido incondicio­nal, pero como ellos también experiment­an las secuelas del cambio en el clima ya están condiciona­ndo la ayuda de cooperació­n a la defensa del ambiente, a la protección de las zonas boscosas de manera que importació­n del café en la UE tiene que contener certificac­ión de la protección de los bosques en las áreas de cultivo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras