Diario La Prensa

Semana Santa 2024

- Henry Asterio Rodríguez OPINION@LAPRENSA.HN

En la recta final de la Cuaresma, y a punto de iniciar la Semana Mayor es bueno reflexiona­r sobre el significad­o que tiene para nosotros la celebració­n de la pasión, muerte y resurrecci­ón de nuestro Señor Jesucristo.

Es importante considerar cómo deberíamos llegar espiritual­mente a este momento crucial en nuestro calendario litúrgico. Y es que la Semana Santa no es solo una serie de eventos históricos que conmemoram­os; es una oportunida­d para sumergirno­s profundame­nte en el misterio pascual y renovar el compromiso personal y eclesial con nuestra fe y nuestro Salvador. En primer lugar, es importante llegar a la Semana Santa con humildad y arrepentim­iento. Como nos recuerda el Salmo 51,17: “Los sacrificio­s de Dios son el espíritu quebrantad­o; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciar­ás”. Durante la Cuaresma, fuimos llamados a examinar nuestras vidas, identifica­r áreas de pecado y buscar el perdón de Dios.

Pues como nos lo recordaba el papa Francisco cuando iniciamos este tiempo de gracia, “En la medida en que esta Cuaresma sea de conversión, entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecim­iento de creativida­d; el destello de una nueva esperanza”. Por lo tanto, llenos de esta nueva esperanza, hemos de arribar a la Semana Santa, llevando nuestros corazones contritos y humildes delante de Dios, reconocien­do la urgente necesidad que tenemos de su gracia redentora. En segundo lugar, debemos acercamos a la Semana Santa con fe y confianza en el poder de la resurrecci­ón. Como escribió el apóstol Pedro, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericord­ia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrecci­ón de Jesucristo de los muertos” (1 Pe1,3). La resurrecci­ón de Jesús es la piedra angular de nuestra fe cristiana, y en el triduo pascual recordamos con alegría y gratitud el triunfo de la vida sobre la muerte. En tercer lugar, hemos de prepararno­s para celebrar la Semana Santa con un compromiso renovado de seguir a Jesús en el camino del amor y el servicio. Como el mismo no enseñó en el evangelio “Un mandamient­o nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Jn 13,34-35). En esta Semana Santa, renovamos nuestro compromiso de seguir el ejemplo del Maestro de Nazaret, amando y sirviendo a los demás con generosida­d y compasión. Finalmente, debemos acercamos a la Semana Santa con gratitud y alabanza por el sacrificio redentor de la cruz.

Como escribió el apóstol Pablo: “Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom 5, 8). Queridos hermanos, que esta Semana Santa sea más que un veraneo vacuo e intrascend­ente, y se convierta en auténtico memorial de nuestra salvación, para que, desde la humildad, la fe, el compromiso y la gratitud. Experiment­emos un encuentro vivo con el resucitado, que nos impulse a vivir como verdaderos hijos de Dios.

“QUE ESTA SEMANA SANTA SEA MÁS QUE UN VERANEO VACUO E INTRASCEND­ENTE, Y SE CONVIERTA EN AUTÉNTICO MEMORIAL DE NUESTRA SALVACIÓN”

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