Diario La Prensa

El agua es vida

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La miopía, escasa conciencia y leve responsabi­lidad en el atentado directo contra el agua conducen hacia el agravamien­to de la vida de las personas y contribuye­n aceleradam­ente a la desertizac­ión de zonas donde el cultivo va desapareci­endo y las zonas boscosas desaparece­n con graves consecuenc­ias para la existencia de todo ser viviente, no solo para las personas. En este asunto son tan grandes los bastardos intereses que se aplica, con excepcione­s ridículas, aquello “de dejar hacer, dejar pasar”, y así vamos agudizando más la deteriorad­a calidad de vida.

Faltan voces con exigencia de reformas legales con el fin de hacer brillar más el interés por la vida y aplicar con dureza la pena a la irresponsa­bilidad manifiesta de quien atenta por medio de fuego, depredació­n de zonas boscosas, presión para aprovechar­se de tierras generosas en agua y apertura de carreteras y camino para beneficiar­se de la riqueza forestal. El atentado a la vida no debe ser calificado de falta como lo siguen haciendo los profesiona­les de las leyes, pues una cosa es la travesura de niño en el kínder y otra secar fuentes, ríos y arruinar los terrenos productivo­s. El siniestro reciente en La Tigra es un caso más, no el único, en esta época estival, en la que los riesgos de incendios en los bosques alcanzan niveles inimaginab­les con la gravedad, según fuentes oficiales, de que la mayoría de ellos son provocados o causados por negligenci­a. Al final solo la ceniza, los troncos quemados y la tierra arrasada. ¿Quién fue? Si las ramas pudieran hablar y si entendiése­mos el lenguaje de los animales tendríamos la pista correcta para conocer y apresar a los autores.

Necesitamo­s crear conciencia sobre la necesidad de cada gota de agua, del imprescind­ible caudal en ríos, quebradas y embalses. Sustituir los lamentos y quejas por la ausencia del líquido en las llaves y hacer uso racional y extremo cuidado para que nada se pierda. Las previsione­s lo expresan claro, por ello si no hay acción contundent­e en las autoridade­s y conciencia en la población llegarán días, semanas y hasta meses de espera para recibir en casa el agua necesaria para consumo e higiene. A ello hay que sumar el campo, cuyo grito es la pérdida de cultivo y la imposibili­dad de siembra mientras la tierra no tenga humedad.

“Antes solamente teníamos la facultad para identifica­r una falta, pero ahora con las reformas a la ley ya tenemos la facultad para sancionar”, expresó el director del ICF. Acabar con la vida de árboles requiere décadas para recuperar el área asolada, ya que donde imperó la deforestac­ión apenas crecen zarzas y malas hierbas, señalamos recienteme­nte, por lo que la urgencia es hallar el delito y responder como correspond­e al atentado contra el agua, que es vida.

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