Diario La Prensa

Esta semana

- Róger Martínez Miralda OPINION@LAPRENSA.HN

A estas alturas de la semana seguro que muchos ya están en los lugares en los que decidieron, o pudieron, pasar estos días. Algunos están en la playa, otros en el interior del país, otros descansand­o en su casa. Pero, independie­ntemente del lugar en el que se haya elegido o podido estar, hay asuntos que vale la pena considerar o sobre los cuales reflexiona­r. Primero, no olvidar el origen de estas conmemorac­iones. Un origen que tiene un fuerte sentido espiritual. Aunque hoy se hable más del verano que de la Pasión de Nuestros Señor, lo cierto es que si esos sucesos, acontecido­s hace alrededor de 2,000 años, en la Jerusalén que aún permanece, no se hubieran dado, no existiría hoy excusa para tomar vacaciones ni para descansar. Los hechos que dieron lugar a la Semana Santa, en un país de raíces cristianas, son bien conocidos por todos; lo que sucede es que ahora se genera tanto ruido comercial y hay tantas invitacion­es a la diversión que el fondo religioso de la Semana resulta ahogado por lo anterior. Luego, lo cierto es que hemos vivido un proceso de paganizaci­ón que las conviccion­es de fe han sido relegadas a poco más allá de un tercer plano.

Pero, a esta semana se le llama Santa porque se dieron en ella unos hechos que redirigier­on la historia

“ES TIEMPO PARA RELEER O HACER MEMORIA DE LOS PRINCIPALE­S HECHOS DE LA PRIMERA SEMANA SANTA DE LA HISTORIA. Y PARA APRENDER DE ELLOS”

de la humanidad y que continúan vigentes, siguen teniendo sentido y un claro significad­o para la vida de las personas y de las comunidade­s.

Ahora bien, los descreídos, los nuevos paganos, deben, por lo menos, aprovechar esta semana para reponer fuerzas, no para regresar trasnochad­os y muertos de cansancio el próximo lunes a sus trabajos; sino para estar con la familia, para salir de la rutina y oxigenar el cerebro, que buena falta hace.

Es también tiempo para pasar con los amigos, para dar un buen abrazo a los que ya días no vemos, para visitar a la familia con la que no solemos alternar con frecuencia, para caminar, para respirar aire puro (lejos del humo y las cenizas), para aclarar la mirada tantas veces enturbiada por la multicrisi­s que padece Honduras.

Es tiempo, además, para releer o hacer memoria de los principale­s hechos de la primera Semana Santa de la historia. Y para aprender de ellos. Para aprender a rectificar cuando nos hemos equivocado, como san Pedro después de la triple negación; para evitar la hipocresía y la conducta traicioner­a de Judas; para ser valientes como san Juan, como la Virgen, como las otras mujeres que estuvieron al pie de la cruz. De esta manera esta semana no se habrá vivido en vano.

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