Daniel Galeano
¿Cómo logras convertir un prócer nacional en un icon fashion? ¿Cómo transformas tu apellido en una marca referente? ¿Cómo vives la pasión y el orgullo por tu nacionalidad y la contagias a todos los que quizás no habían reparado en el sabor de nuestro café o en los elementos y las frases que nos definen como hondureños ? Daniel Galeano tiene todas las respuestas. Él y su hermano Francisco, quien permaneció detrás del lente como autor de este photo shoot, son protagonistas de una inspiradora historia de emprendedurismo.
Todo comenzó hace casi una década, cuando eran unos adolescentes curiosos tratando de plasmar todas las ideas que llegaban a su cabeza, por descabelladas que parecieran. “Galeano nació en 2008 en la parte de atrás del taller de costura de nuestros padres , cuando nos tardábamos un día en hacer tres camisetas, cuando hacíamos jeans con lona y los desteñíamos con cloro y lija. Soñábamos con tener una marca internacional”.
Del taller improvisado saltaron a unas pasarelas nacionales en 2009, cuando debutaron con su colección “Made in Honduras”, la que tenía como prenda estelar una curiosa t-shirt con la imagen de Lempira impresa. No pasó mucho tiempo para que el héroe nacional se convirtiera en tendencia y ocupara un espacio en los armarios de todos.
Como una especie de amuleto de la buena suerte, la camiseta marcó el comienzo de una ascendente carrera para los hermanos Galeano, quienes se graduaron como ingenieros industriales y comenzaron a recibir cursos intensivos de sastrería que les llevaron a experimentar en otros diseños, zapatos y trajes. El éxito estaba de su lado. ¿Cuál es la fórmula? Daniel no titubea en contestar, “es una combinación de varias cosas, pero si tenemos que hacer una lista es fácil: Dios, nuestros padres, nuestra familia, el proyecto Lempira (donar sin esperar a cambio), las redes sociales, las buenas relaciones que hemos hecho en el camino, los amigos que duran para siempre, aferrarse a un sueño que nunca está cumplido al 100%,un equipo de trabajo excepcional, innovar, diversificar, conocer el mercado en el que estamos y finalmente el apoyo y cariño de la gente”.
La ley del karma, si quieres recibir tienes que dar, fue puesta en práctica muy pronto por Galeano, que en 2012 convirtió la camiseta del mítico héroe en el producto con el que iniciaron el Proyecto Lempira, “se trata de un One for One a través del cual empezamos llevando alimentación a personas que viven en extrema pobreza, ahora estamos donando camas, estufas, sillas de ruedas, llevando brigadas médicas, odontológicas y terapias físicas para personas discapacitadas. Hace un año y medio abrimos Galeano en El Salvador y con el Proyecto Galeano, como se llama allá, ya llevamos varias entregas a familias salvadoreñas”, cuenta Daniel. A Lempira le siguieron otros próceres, colores, frases, platillos tradicionales, juegos, íconos de la cultura popular, ellos plasmaron en sus camisetas todo lo que los hondureños amamos. La inspiración, como relata Daniel, tiene un origen, “tuvimos una infancia fascinante, desde hacer barriletes, poner a luchar zompopos, viajar por todo Honduras, probar platos de comida de todos lados... pretendemos que la gente sienta esa nostalgia y ese patriotismo que no debe perderse nunca”.
Explorar nuevos campos es una inquietud que lleva en la sangre. Por eso de la moda pasó a un nuevo reto: Galeano Café, “nació como un experimento y nos envolvió tanto que se convirtió en una pasión para mí, casi tres años después es una marca establecida con un mercado diferente a las tiendas, con identidad y alma propia”.
La historia no termina aquí. Del café saltaron a la producción de material cinematográfico. Recientemente presentaron Galeano Explorando Honduras, un reality show a través del cual muestran nuestro país como experiencia de vida, “Fran siempre ha sido el que se encarga de material publicitario, empezó tomando fotografías desde 2007, se especializó en Taiwán en fotografía comercial, se apasionó por edición de vídeo, fue a estudiar direccion y produccion cinematográfica a Los Angeles, y es así como comenzamos a explorar este rubro”. No tiene ni 30 años aún y Daniel es un verdadero entrepreneur. ¿Qué ha hecho diferente para lograr tantas cosas? Su secreto es simple, “mantenernos activos es clave, seguir detrás de nuestros sueños día a día, hacer que las cosas mejoren”.
Felizmente casado desde hace seis años y padre de dos niños, Daniel quiere que sus hijos sepan que “todo es posible y que pueden llegar hasta donde sus sueños se lo permitan”. Hay que trabajar mucho para lograrlo pero eso no quiere decir que no haya tiempo para divertirse o relajarse, “viajo siempre que puedo -mi ciudad favorita es New York- y hace un tiempo estoy metido al rollo de la bici de montaña, me despeja la mente y me da tiempo de ordenar mi cabeza”.
Conversar con él es fácil, entretenido. Aunque prefiere obviar las preguntas personales porque procura el anonimato, aceptó la propuesta de unirse a este grupo de jóvenes talentosos y finalmente compartió un consejo para aquellos que empiezan a dar sus primeros pasos, “luchen por sus sueños, por pequeña que sea su empresa ya es una empresa y deben tratarla y hacer que la gente la trate como tal. Un emprendedor es empresario desde siempre y un empresario nunca deja de ser un emprendedor”.
Soñador, terco, transparente, persistente, pero sobre todo feliz, así se define Daniel, quien se considera “un millennial con alma de baby boomer y pensar de generación Z”