Estilo

EL PODER DE NOSOTRAS

- textos Marianella Cordero Correspons­al de ESTILO en Costa Rica

Aunque no me guste mucho la palabra “empoderar”, tengo que reconocer su importanci­a para nosotras las mujeres. ¿Qué por qué no me gusta? Porque creo que no debería venir nadie a darnos algo que ya es nuestro. ¿Entonces por qué creo que es importante? Porque entiendo que no todas tenemos la misma suerte, venimos de contextos desiguales, y algunas con más oportunida­des que otras, así que las que vamos más adelante, no podemos dejar que la

brecha nos separe tanto de las que vienen detrás. Entre nosotras podemos cambiar vidas, y cuando la vida de

una mujer mejora, todo a su alrededor mejora.

Aveces esa imagen de “poder” nos pone en el mismo altar de una Mujer Maravilla, y eso está bonito. Se ve bonito. Pero hay que entender que la maravilla no es esa cinturita, melena y súper poderes. Hay que decirle a la mujer agricultor­a que ella es maravilla cada vez que se levanta tan temprano, tan cansada como antier y ayer, igual crea eras en la tierra, deja semillas, cosecha otra vez y repite a la mañana siguiente, sin fin. Alguien tiene que decirle que ella es poderosa y que su trabajo también. Igual que a las niñas que no tienen sueños de portada de revista, que dejan sus pestañas inmersas en esos libros de química, horas y horas de laboratori­o, debajo de una gabacha blanca y cada vez más cerca de encontrar una cura, una fórmula, una respuesta. Alguien tiene que decirles que su inteligenc­ia las hace poderosas. Que las becas están ahí, para pelear por ellas. ¿Qué hay pocas? Bueno, una tiene que ser suya, que no le quiten el ojo. Trato de recordar mis heroínas de la infancia… y no había tantas – o todas eran de comics -. Han pasado los años y ya eso de ver una mujer taxista, una mujer piloto, o una mujer presidente dejó de ser una rareza. ¡Todas son poderosas de verdad y ya es cotidiano verlas romper paradigmas!

Pero las pioneras sí que parecían de otro planeta. Por eso no puedo olvidar a una tal “señora Thatcher”, que salía en las noticias siempre rodeada de hombres con corbata o uniforme militar. O aquella niña increíble de apellido Comaneci, que parecía flotar entre barras de gimnasia.

¿Quién empodera? Toda mujer que alza la voz y dice lo que hay que decir para que todos la escuchen. Y no tiene que ser una mujer de ficción como Leia, Rey, o la Batichica. Las mujeres que me empoderan, o me recuerdan el poder que tengo sin usar, son de carne y hueso, y dejan lágrimas, sangre y pasión con tal de cumplir su misión.

¡Han sido tantas, y siguen inspirando! Desde Sor Juana Inés de la Cruz, enamorada de las palabras y los libros hasta Michelle Obama – lo mejor de Barack, sin duda. Lo siento, Barack, pero así es -. Salma Hayek que con su acento latino le dijo #timesup al asqueroso acosador de Hollywood. Michelle Bachelet, que cambió a la historia y el corazón de los chilenos. Christiana Figueres, guerrera frente al cambio climático. Emma González, la estudiante latina de cabeza rapada, sobrevivie­nte del tiroteo en Parkland. Y mi mamá que ya pensionada decidió que le gusta tanto trabajar, y por eso sigue haciéndolo.

Y las muchachas que con spray en mano, dejan sus gritos grafittead­os por la ciudad. Ellas también. Y esas que saben que merecen ser CEO, y van a serlo pronto, porque están preparadas para asumirlo.

¿Viste que podemos hablar de ellas sin evocar curvas, canas o medidas? ¡Es que estamos por encima de eso, y por fin lo comprendim­os! Antes no podíamos ni opinar. Ni soñar. Si acaso, nos dejábamos ver, asomando un escote o media pierna para llamar la atención. Ya no dudamos en decir que los derechos de las mujeres, son derechos humanos, y afortunada­mente muchos hombres reconocen que nuestro lugar no es allá atrás, lejos. Es al ladito suyo. Igual, al frente, ni más ni menos: igual. Y entonces vos que me estás leyendo. ¿No crees que sos una mujer poderosa?

Para empoderart­e no hace falta el lazo mágico ni las botas rojas – por Dios, quién corre en tacones,… bueno, sí, ¡todas lo hemos hecho! – pero no, no necesitas hacerlo todo bien. Ni tenerlo todo para triunfar hoy. Se consigue, se va ganando.

Naciste con poder, ahí está, en cualquier momento va a explotar y brillar donde te correspond­a hacerlo. Y ahí, donde estés, también te tocará mirar a los lados y atrás, para buscar a las demás. Donde conquista una, conquistam­os todas. Y no se te olvide que cuanto más te cuesta, más poderosa sos.

Es una cadena irrompible. Vos, tu hermana, la vecina, la colega, su hija, la diputada, la futbolista, la escritora, la obrera, la ingeniera, la maestra. Y ahora que la RAE lo reconoce, también, caray, ¡la PRESIDENTA!

Quedan muchas tareas pendientes. Demasiadas mujeres poderosas atrapadas en círculos de violencia, sin poder ir a la escuela, sin ganas de soñar porque creen que van a repetir la historia de su abuela o su madre.

No es una guerra de sexos, es una alianza humana, y muchos errores y horrores nos han dejado en desventaja por ser mujeres. Triunfos históricos han permitido que hablemos, votemos, cambiemos, propongamo­s, movilicemo­s. ¿Cómo no vamos a sentir las ganas de ejercer ese poder?

2018, muchachas, es 2018, solo podemos seguir hacia delante. Aliados hay muchos, Trudeau lo sabe. ¡Sophie le enseñó!

¿QUIéN EMPODERA? TODA MUJER QUE ALZA LA VOZ Y DICE LO QUE HAY QUE DECIR PARA QUE TODOS LA ESCUCHEN

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