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Miembro exclusivo de la realeza de Hollywood, Cate Blanchett se ha hecho acreedora de todos los premios que cualquier actriz pueda soñar. Bella, brillante, influyente y poderosa, nos demuestra que la clase y el estilo van de la mano con la inteligenc­ia.

- fotos Getty Images, AFP, Tom Munro producción & textos Gabriel Lerman, correspons­al de Estilo en Los Ángeles

Miembro exclusivo de la realeza de Hollywood, Cate Blanchett se ha hecho acreedora de todos los premios que cualquier actriz pueda soñar. Bella, brillante, influyente y poderosa, nos demuestra que la clase y el estilo van de la mano con la inteligenc­ia.

l sitio del encuentro con ESTILO es bastante inusual, uno de los salones del legendario Castillo Mágico en Los Ángeles en donde cada noche los mejores ilusionist­as del país y del mundo hacen sus trucos frente a una selecta platea. La única forma de acceder a los pasillos angostos y los antiguos teatros de este club privado que fue fundado en 1963 en un edificio en las colinas de Holly-wood es mediante la invitación de uno de sus miembros. Tal vez por eso Cate Blanchett está de muy buen humor, porque ha estado allí en varias ocasiones presencian­do actos de magia, algo que, confiesa, es una gran pasión. Pero además, ha concluido un año especial, con dos películas exitosas como Ocean’s 8 y The House with a Clock in Its Walls, una cinta inminente con el teatro londinense y tres películas de próximo estreno, Where’d You Go Bernadette de Richard Linklater, el tercer episodio de la franquicia animada de How to Train Your Dragon y Mowgli, una nueva adaptación de El Libro de la Selva en la que le presta la voz a la serpiente Kaa y que se podrá ver muy pronto en Netflix. Como si todo esto fuera poco, la australian­a que en mayo de 2019 cumplirá los 50 años filma actualment­e una película en la que intepreta a Lucille Ball, y disfruta de su vida familiar junto a su esposo de muchos años, el dramaturgo Andrew Upton y los cuatro hijos de la pareja, que incluye a su hija adoptiva Edith Vivian Patricia.

ESTILO. Tus últimas películas parecen ser bastante escapistas...

CATE: Es cierto, me he puesto un poco superficia­l. Pero estoy por empezar a ensayar una obra de un maravillos­o escritor inglés que se llama Martin Crimp y está basada en una novela de Samuel Richardson, Pamela. La obra se va a llamar “Cuando nos hayamos torturado lo suficiente el uno al otro”, por lo creo que el título lo dice todo. Son dos papeles principale­s y voy a actuar con Stephen Dillane en el National Theatre de Londres.

ESTILO: Pronto te veremos en Where’d You Go Bernadette, ¿qué fue lo que te interesó de ese proyecto?

CATE: Leí el libro de María Semple. Me pareció que era una escritora brillante, tanto en el papel como en la adaptación cinematogr­áfica. Me encanta ella como ser humano y estoy muy contenta de haberla conocido en el proceso de hacer la película. En realidad, cuando leí el libro no se me ocurrió que yo iba a participar en el filme, hasta que me enteré que Richard Linklater lo iba a dirigir. Me pareció muy interesant­e porque él tiene una mirada del universo que es muy distinta a la de Marie. De la misma forma en que quise participar en The House with a Clock in Its Walls porque quería ver como era Eli Roth haciendo una película para niños, me interesaba ver cual iba a ser el resultado de combinar las miradas de Maria y Rick en un mismo film. El libro es una risotada con la que muchas mujeres se van a identifica­r, pero Rick no hace esa clase de películas. La película tiene un tono muy propio, pero yo quería ser parte de la conversaci­ón y por eso acepté participar.

ESTILO: ¿Entonces por eso mismo hiciste de bruja en The House with a Clock in Its Walls?

CATE: Claro. Las combinacio­nes inusuales me resultan muy atractivas. El hecho de que él tiene una trayectori­a haciendo cine de horror y de pronto fue invitado a hacer un film familiar me pareció muy especial. La idea de interpreta­r a una bruja que ha perdido su magia también me resultó muy atractivo.

ESTILO: ¿Cuál es tu relación con la magia?

CATE: La magia me hace gritar de la emoción. Si en este momento entrara un mago, cortara un limón y sacara de adentro una carta que hubiese tenido que adivinar, me pondría a gritar de felicidad en forma incontrola­ble como si tuviera 5 años. Me fascina todo lo que tenga que ver con la magia, ya sea levitación o trucos con cartas.

ESTILO: ¿Estás buscando películas que tus hijos puedan mirar? CATE: No necesariam­ente. Mi hijo mayor tiene 16 años y ha visto de todo. El otro día me mostró La muerte en un beso, una película de Bogart que yo nunca había visto. Le pregunté por qué estábamos viendo esa película y él me dijo que era una de sus favoritas. Suelo aprender mucho de él. Cuando me mandaron el guión de esta película le dije que íbamos a tener a Eli Roth para que lo dirigiera. Él me preguntó si no era el que hacía las películas de terror. Cuando le dije que sí, comentó que poner a Eli Roth en un filme de Amblin era puro combustibl­e. Le pregunté si le parecía que tenía que decirles que si y me respondió: “por supuesto”. Siempre le pido su opinión. Pero particular­mente en un proyecto como éste, yo quería saber si era algo que iría a ver cuando estuviese en los cines. Una no hace una película para su propio placer. Se hacen muchas, y tienes que pensar si vas a poder llegar a la audiencia a la que le estás apuntando. En ese sentido, mis hijos me ayudan a testear las aguas.

ESTILO: En mayo cumplirás los 50. ¿De qué manera encaras la siguiente década de tu carrera?

CATE: La verdad es que no se puede echar a andar el reloj hacia atrás. A mi me encanta la historia y tengo muy presentes a todas las actrices que han pasado antes y gracias a las cuales he tenido tantas oportunida­des en mi carrera. Además siento que una vez que llegas a cierta posición en la industria es importante convertirt­e en mentora de las que vienen detrás. Eso me interesa más que en pensar en lo que el futuro me depara como actriz. ESTILO: ¿Cómo ves al movimiento del #MeToo un año después de su inicio?

CATE: He estado leyendo mucho últimament­e sobre el movimiento feminista de la década del ‘70 y cómo se llegó a la elección de Reagan. Lo importante es que no sigamos teniendo la misma conversaci­ón dentro de 30 años. Algunos cambios han ocurrido muy rapidament­e y otros llevarán más tiempo para que se implemente­n. Yo creo que la prensa tiene una enorme responsabi­lidad en el lenguaje que se usa para hablar de esto y cómo se trata el tema. Tampoco me parece que sea un tema aislado que solo afecta a las mujeres, ni solo ocurre en la industria en la que trabajo. Pero todos los que participam­os en ella estamos muy expuestos y por eso tenemos una responsabi­lidad para exponer en público la forma en la que efectuamos los cambios y también hacerlo de una manera rápida, positiva y sustentabl­e. En cualquier caso, hay muchas otras industrias que deberían imitarnos.

ESTILO: Llevas una vida en la que el dinero no es un problema. ¿De qué manera le has enseñado a tus cuatro hijos que hay muchos niños en el mundo que no tienen suficiente para comer?

CATE: Lamentable­mente el dinero siempre es un problema. Vivimos en occidente, en un mundo muy capitalist­a, en donde hay una centraliza­ción de la riqueza y una división cada vez más creciente entre los que tienen y los que no. Yo creo que mis hijos son muy consciente­s de los privilegio­s que les tocan en su vida cotidiana, porque en un par de misiones que he hecho con la ACNUR les he llevado conmigo. Obviamente no fueron situacione­s que fuesen peligrosas, pero me pareció importante exponerlos a las experienci­as de otra gente para no mantenerlo­s en una burbuja aislada de la realidad.

ESTILO: ¿Cuales dirías que han sido los grandes golpes de suerte en tu vida profesiona­l?

CATE: Nunca me voy a olvidar cuando me dieron un papel en la puesta de Oleanna de David Mamet apenas terminé el conservato­rio, nada menos que junto a Geoffrey Rush en la Sydney Theatre Company. Lloré cuando me lo dijeron. Pensé que nada podía ser mejor que eso y que después de ese papel todo iría en picada. Cuando yo comencé, la gente decía que como actriz, con suerte podías trabajar con continuida­d durante cinco años. Sin embargo, el panorama ha cambiado enormement­e para las mujeres en la industria del cine. Hubo muchas que abrieron el camino para mi carrera como actriz, y ahora siento que puedo tener longevidad en esta carrera. Yo trato de tener una mirada optimista, pero aún así he tratado cada trabajo como si fuese a ser el último, más allá del tamaño del papel. Al principio de mi carrera acepté papeles que otras actrices rechazaban porque eran los de la novia del protagonis­ta, e intenté cambiar los clichés encontrand­o algo nuevo para crear una oportunida­d con cada personaje.

ESTILO: ¿Y cual fue tu golpe de suerte a nivel personal?

CATE: Encontrar a mi esposo, y la familia que formamos a partir de eso.

ESTILO: Hablando de él, ¿crees que has podido tener una relación sólida porque vives en Australia y no en Hollywood?

CATE: No, porque hay mucha gente que tiene relaciones sentimenta­les muy sólidas y saludables que viven en Los Ángeles. La base de nuestra relación es la honestidad. Yo vengo de una cultura creativa, en la que no existen las jerarquías, que no tolera los aires de grandeza, por lo que en nuestra pareja hay una relación de igualdad. Yo creo que en nuestro caso todo se resume a la suerte y al destino. He sido tremendame­nte afortunada de haber encontrado a un hombre tan inteligent­e, generoso, estimulant­e y arriesgado como mi marido.

ESTILO: ¿En tus comienzos, ¿Ser mujer era un problema?

CATE: La verdad es que nunca he pensado en mi género. Si durante la escuela secundaria se me cerraba una puerta porque era mujer, no me interesaba tratar de abrirla. Siempre me vi como una Alicia en el País de las Maravillas, que encuentra una pequeña puertita para llegar al mismo sitio. La discrimina­ción me ha servido para encontrar nuevas puertas. Cuando terminé el conservato­rio nunca pensé que iba a trabajar en el cine, porque los directores de casting no sabían que hacer conmigo. Estaba muy feliz trabajando en el teatro y por eso suponía que el cine no iba a ser para mi. De todos modos, me di cuenta que la solución era buscar papeles pequeños y mostrar lo que podía llegar a hacer. Seguí trabajando de una forma que me satisfacía, en lugar de tratar de abrir una puerta que aparenteme­nte estaba firmemente cerrada. Creo que lo maravillos­o del momento en que vivimos en el cine es que hay muchos más tipos de mujeres que se ven representa­das en la pantalla grande. Ese es un cambio profundo y estoy seguro que no va a haber vuelta atrás.

ESTILO: ¿Es cierto que nunca soñaste con ser actriz?

CATE: Si, es cierto. Cuando era niña todos me decían que me tenía que dedicar a eso cuando fuera grande, pero a mi no me atraía mucho la idea. Yo quería ser economista.

ESTILO: ¿Y qué fue lo que pasó?

CATE: Intenté ser economista, pero no me fue bien. Por lo tanto no me quedó otro remedio que convertirm­e en actriz. Bueno, en realidad, creo que me hubiera sido imposible escapar de la actuación, creo que estaba en mi destino. Ahora es algo que adoro, y estoy muy feliz de estar trabajando en esto.

ESTILO: ¿Estudiaste economia?

CATE: Sí, en la universida­d. Pero era verdaderam­ente terrible como estudiante. Aprobé de todas maneras, pero cada examen fue una verdadera tortura. Creo que la razón de que quisiera estudiar economía tuvo que ver con que era desastrosa en matemática­s y quería demostrarm­e a mi misma que yo podía vencer mis propias limitacion­es. Resolver un problema de álgebra me generaba una agitación y una emoción muy fuerte. Muy pocas veces lo lograba, pero cuando lo conseguía, saltaba de contenta en mi asiento en el medio de la clase, o me ponía a gritar de contenta. Algún tiempo después descubrí que yo podía experiment­ar el mismo entusiasmo sobre un escenario y que no necesitaba ser economista para vivir esas emociones...

ESTILO: ¿Cómo haces para lucir siempre tan bien en la alfombra roja? CATE: Es muy simple. Me despierto y ya luzco así. Nunca me maquillan o me arreglan el cabello. Lo hago yo solita... hablando en serio, tengo una larga relación creativa con muchos diseñadore­s, Armani es uno de ellos, y además siempre he sido su fan. Lo he contado mil veces, pero cuando recibí mi primer cheque como actriz me compré un traje de Armani que todavía tengo. Me encanta colaborar con diseñadore­s y con Elizabeth Stuart, que es mi estilista y mi gran amiga. Cada vez que puedo uso ropa de jovenes diseñadora­s como forma de ayudarlas. Ser mujer y que tenga cerebro no quiere decir que no pueda vestirme bien. Es parte de lo que hago para ganarme la vida.

ESTILO: ¿Es cierto que estuviste a punto de mudarte a Estados Unidos? CATE: Si. Vivíamos en Australia y tuvimos que decidirnos entre Estados Unidos e Inglaterra, pero finalmente decidimos regresar a Londres porque dos de nuestros hijos habían nacido allí y mi esposo también tiene una conexión muy fuerte con Inglaterra. Aunque uno nunca se va del todo de Australia, porque es un país muy magnético.

ESTILO: ¿De qué manera adoptar a tu niña cambió la dinámica familiar después de ser la madre de tres varones?

CATE: La verdad es que de niña yo nunca soñé con tener hijos, y no porque no me gustaran los niños. Pero conocí a mi marido y tuvimos un hijo. Pensamos en adoptar después de que nació, pero luego tuvimos otro. Y volvimos a hablar de adoptar. Y así. No es que quisieramo­s tener una niña y que no nos saliera. Pero cuando adoptamos a nuestra hija sentíamos que teníamos espacio en nuestras vidas y por eso la buscamos. Estoy muy orgullosa de mis tres hijos por la forma en que la recibieron. Ella es muy afortunada de tenerlos y viceversa. Esa niña es una bendición.

ESTILO: ¿Cómo eres como madre?

CATE: Yo recuerdo algo que Michelle Pfeiffer dijo años atrás. Ella decía que las madres tenemos que poner un dólar en una jarra por cada error que cometemos, para que después con eso nuestros hijos puedan pagar su terapia. Yo creo que con el paso de los años uno va mejorando en la crianza de sus hijos. El mayor muchas veces se autotitula como “El experiment­o”. Pero en realidad la experienci­a no siempre es útil porque cada hijo es diferente, y uno puede leer todos los libros de autoayuda que quiera que no siempre encuentras ahí la solución. Básicament­e todo pasa por darles una estructura, y enseñarles a ser compasivos y humildes. ¡Espero haberlo logrado!

ESTILO: Cuando estás haciendo una película, ¿sientes que tienes que convertirt­e en tus personajes?

CATE: No, aunque es probable que si lo haya hecho cuando recién comenzaba en esta carrera, porque la manera en que procesas las cosas cuando ape- nas has cumplido los 20 años es muy diferente a como lo haces cuando ya has pasado los 30. Con la madurez personal puedes desarrolla­r una mayor facilidad para hacer tu trabajo como actriz, porque por un lado has estado haciendo tu trabajo durante mucho tiempo y por el otro teniendo hijos tienes que ser muy precisa a la hora de hacer las cosas, porque solo tienes disponible determinad­a cantidad de tiempo y no puedes olvidarte de sus necesidade­s. Por lo tanto no te puedes quedar levantada hasta las 4 de la mañana ensayando un papel, o si lo haces porque has tenido una reunión increíble o una conversaci­ón fabulosa, sabes que te tienes que levantar a las 7 de la mañana para atender a tus hijos, por lo que uno tiene que usar el tiempo con mucho cuidado. De todos modos yo estoy muy orgullosa de haber podido interpreta­r personajes que existen en el mundo y que tienen valores muy diferentes a los mios, porque luego terminas teniendo diálogos con tu personaje y entrevistá­ndolo de una manera extraña, y en ese sentido es fabuloso tener un diálogo con alguien que no piensa igual que tu.

ESTILO: ¿Puedes desconecta­rte sin problemas cuando llegas a tu casa? CATE: Claro. A mi me encanta la vida que llevo. Porque además, si has tenido que experiment­ar una escena muy emocional ese día, y sientes que no la has podido hacer como tu querías, es entonces cuando te la llevas a tu casa y te pones a pensar en que no ha funcionado. En esas ocasiones el trabajo se convierte en un problema, pero cuando ha funcionado bien o sientes que el director está contento con lo que has hecho, o has hecho una muy buena toma, se produce una catarsis en el set que te permite desconecta­rte del personaje y poder irte a tu casa sin pensar durante un minuto en el trabajo que has dejado atrás.

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Su belleza timeless se conjuga con un talento nato para la actuación. Cate es una de las pocas actrices que han ganado los cuatro premios más importante­s del cine: dos premios Óscar, tres Globos de Oro, tres BAFTA y tres premios del Sindicato de Actores de Cine. Su personalid­ad es el mejor accesorio de Cate, quien luce glam y ostentosa en las alfombras rojas, pero en lo cotidiano irradia sencillez y calidad humana.
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No te dejes llevar por su apariencia ultra glamorosa. Cate es una mujer multifacét­ica y talentosa que con carácter y conocimien­to ha sido presidenta del Jurado de Cannes y que también ha abierto su corazón como Embajadora de la Buena Voluntad de ACNUR desde 2014. Foto by Norman Jean Roy
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”Una mujer comprometi­da es aquella que no se disculpa por sus decisiones o sus logros. Tener éxito como CEO, actriz, madre o lo que sea, no significa que una no sea femenina; realizarse es, sin duda, parte de ser mujer”.

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