Beating the Christmas Blues
La Navidad llega con su belleza y también con su nostalgia. Apaga el activador de la tristeza con estos consejos.
Es completamente normal. Desde que vemos los árboles cargados de luces y escuchamos los villancicos, una oleada de nostalgia parece amenazarnos. El denominado Christmas blues no es más que el estrés de las fiestas que se convierte en detonante de tristeza y depresión, esa que nos puede atacar a todos sin excepción. Si eres propenso a padecer este síndrome comparto algunas ideas que podrían ayudarte. Y si crees que necesitas ayuda adicional, no dudes nunca en buscar terapia profesional, abre tu corazón y encuentra la luz que hay en ti. Vívela a tu manera. La Navidad es una fiesta para disfrutarla, no es un acto obligatorio rendir cuentas del año que pasó, juzgar o medir logros, analizar relaciones personales, amorosas o familiares o peor aún, competir por quien la pasa mejor que otros -según aparentan las redes sociales-. Disfruta el momento, pon tus propios límites y déjate llevar un poco por la espontaneidad. Cualquier meditación o retrospección puede esperar hasta enero, es una temporada corta, así que elige pasarla bien con plena conciencia, sin tener que cumplir ningún standard impuesto por otros.
Haz algo nuevo. La Navidad no debería tener reglas. Puedes llevarla a la velocidad frenética del mundo, que siempre está corriendo tras las compras, fiestas y regalos o vivirla de forma plácida, preocupándote más por el valor de nuevas experiencias. ¿Qué puedes hacer? Prueba unirte a actividades de voluntariado y contribuye en lo que puedas, te aseguro que es gratificación inmediata. No tiene que ser algo extremo, pequeños y generosos gestos pueden marcar la diferencia y pintarte una sonrisa. No digas sí a todo. Los compromisos son demandantes esta temporada, pero no es un deber asistir a todos. Apúntate a los eventos en los que realmente consideres que te sentirás a gusto, con gente afín y querida, que te contagie optimismo y si no deseas asistir a alguno no lo hagas, cumplir una agenda apretada es abrumante y puede llegar a ser aburrido o deprimente. No te hagas grandes expectativas. A veces, las expectativas que tenemos de nosotros mismos y las presiones externas que nos absorben pueden provocar ansiedad o depresión. Cuando las cosas que imaginamos no se hacen realidad nos frustramos y queremos que todo pase rápido para regresar al trabajo, donde la vida es aburrida pero al menos sabemos qué esperar. Lo mejor es no pretender que las cosas serán perfectas, dejarte llevar y que todo fluya en el momento justo. Disfruta el momento, siempre abierto a todas las posibilidades.