Amazing Irene
Desde siempre hemos seguido sus pasos, marcados por una indiscutible aura de sofisticación. Esta vez celebramos los nuevos logros de Irene Galeano, embajadora de una prestigiosa firma de ropa hípica y a punto de lanzar su propia línea de camisas para una marca ecuestre internacional.
IIrene Galeano era casi una niña en 1996, cuando Estilo publicó su primera edición. Poco a poco, el lente de nuestra revista fue captando los momentos más memorables de su vida. La vimos pasar de una etapa a otra, resplandeciendo con su ímpetu y elegancia natural. Seguimos sus pasos cuando la adolescente se convirtió en jinete profesional; al graduarse de high school; cuando desfiló rumbo al altar; al convertirse en madre y continuar cabalgando hacia sus sueños. Sin duda este fue un reencuentro especial con Irene, que al igual que su madre, Norma Callejas, representa la esencia timeless de nuestra revista. Nos encontramos en uno de sus lugares favoritos: el establo La Herradura, donde a diario entrena junto a Emona, su imponente yegua. Nos recibió con una cálida sonrisa y frío champagne, y es que ser una excelente anfitriona es apenas una de sus cualidades. Ese día había más de una razón para brindar: su nombramiento como embajadora de la prestigiosa marca francesa de indumentaria hípica Horse Pilot y el próximo lanzamiento de la primera colección de camisas de su marca FWD Equestrian Athleisure Wear para la línea de ropa de equitación Wellington. Un nombre para su firma que no fue elegido al azar, sino que claramente viene de la palabra forward, “para adelante siempre”, dice entusiasta.
Está feliz y no puede negarlo. Puede ver atrás y sonreírle a aquella Irene de nueve años que en lugar de dibujos animados veía en la televisión competencias ecuestres, y que a pesar de su edad entrenaba con férrea disciplina. “Soñaba ser muchas cosas, desde jinete profesional a diseñadora, arquitecta, mamá, en fin…”, dice con esa satisfacción que te dan los anhelos cumplidos.
ESTILO: ¿Qué te llamaba más la atención de esta disciplina? ¿A qué edad comienzas a practicarla?
IRENE: Creo que lo que más me llamaba la atención, aparte de la belleza implícita de los caballos, era que es la única disciplina a nivel olímpico donde compiten hombres contra mujeres. Este factor me parece fascinante. Comencé a los 9 años. Creo que lo más difícil, como todo jinete que viene empezando, es superar el miedo a las caídas y verlas y aceptarlas como parte de este deporte ¡porque hay muchas!
ESTILO: ¿Tus mayores logros al competir profesionalmente?
IRENE: He participado en muchísimas competencias internacionales en las que, por supuesto, es un orgullo representar a mi país. Sin embargo, ser parte del equipo de la Selección de Honduras en algunos Juegos Deportivos Centroamericanos (1997, 2001, 2005 y 2017 ) es el orgullo más grande. Si Dios lo permite, ¡también participaré en los juegos del 2022!
ESTILO: ¿Comparado con otras disciplinas, porqué recomendarías la equitación?
IRENE: Creo que todo deporte que uno practica seriamente enseña valores como disciplina, constancia, perseverancia y sacrificio. A diferencia de otras disciplinas, la equitación es un deporte en conjunto que te obliga a confiar no sólo en tus habilidades, sino también en un animal, lo cual lo hace aún más complejo. Las lecciones más grandes que este deporte te enseña son levantarte, sacudirte, montarte de nuevo y volverlo a intentar. Esta es una lección de vida para todo lo que hacemos.
ESTILO: ¿En qué consiste tu entrenamiento?
IRENE: Mis entrenamientos son de 5 a 6 días a la semana, cuando no hay competencia. Cuando hay concurso puede llegar a ser a diario. Aparte de montar, hago ejercicios a diario para fortalecer mi cuerpo incluyendo abdominales, piernas y brazos.
ESTILO:¿Lo que más disfrutas de esos entrenamientos?
IRENE: Que es un tiempo donde puedo esforzarme en perfeccionar detalles pequeños, lo cual me llena de satisfacción.
ESTILO: Existe un vínculo entre jinete-caballo, ¿cómo lo describes?
IRENE: Sin ese vínculo, no hay equipo. Es aprender a conocerse hasta llegar a la perfección de saber hasta dónde y cómo exigir, dándole confianza al caballo.