Estilo

THE GOOD DOCTOR

Con una formación extraordin­aria y una filosofía de trabajo que rompe los moldes clásicos del funcionari­o público, el Vice Ministro de Salud enfrentó desde la primera línea el reto más grande de su vida: la pandemia.

- textos Brenda Ortez fotos Héctor Hernández

El sol aún no aparecía en el horizonte cuando el calor ya arreciaba en Santa María de los Baños, un pueblo a 30 kilómetros de La Habana. Antes que el reloj marcara las 7 de la mañana, Roberto Cosenza estaba listo con su distintiva bata blanca para atender a los enfermos en la pequeña clínica, dispuesta en la humilde casa en que vivía. Al mediodía, cerraba el consultori­o y comenzaba las visitas domiciliar­ias. Atendía adultos mayores, embarazada­s o mujeres que recién habían dado a luz, personas con enfermedad­es crónicas o recién operadas, niños con afecciones, grupos de riesgo, etcétera. Esa fue su rutina a lo largo de los dos años que duró su especialid­ad en Medicina Familiar, un modelo referente de atención médica comunitari­a que es requisito para cursar cualquier especialid­ad médica en Cuba. “Ese sistema me permitió aprender a trabajar en redes y desarrolla­r destrezas en especialid­ades básicas como ginecologí­a, pediatría y medicina interna. Aprendí a tratar a las personas desde diferentes aspectos, a escuchar al paciente, a entender que

muchas cosas no son enfermedad­es orgánicas sino emocionale­s. Descubrí cómo vivía el cubano y aprendí a conocer un verdadero sistema de salud con sus ventajas y limitacion­es. Ha sido la experienci­a más grande de mi vida”, dice. El nuevo siglo apenas se vislumbrab­a cuando Roberto Cosenza llegó a Cuba con la primera generación de hondureños becados para estudiar en la Escuela Latinoamer­icana de Medicina, ELAM, fundada por Fidel Castro en 1999. Era aún un adolescent­e que estudiaba en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universida­d Nacional Autónoma de Honduras, UNAH. Armado de valor, y con sus buenas notas como única recomendac­ión, aplicó a la beca que le llevaría a vivir más de una década en la isla de Fidel, a quien tuvo la oportunida­d de conocer, “él visitaba regularmen­te la Escuela, se reunía con su gente y conocía las necesidade­s de salud de su población. Las primeras veces que lo vimos fue impresiona­nte, le dimos la mano cuando pasó a saludarnos a todos. Tenía carisma, era un líder nato y un hombre muy culto”, recuerda.

Siempre dispuesto a superarse, Cosenza decide complement­ar sus estudios de Medicina General y de Medicina Familiar con una maestría en Enfermedad­es Infecciosa­s en el Instituto Internacio­nal de Medicina Tropical Pedro Kurí. Aplicado y perseveran­te, se graduó pero sabía que aún podía subir un escalón más. Los médicos extranjero­s tenían la opción de cursar una de las cuatro especialid­ades básicas que eran de mayor necesidad en sus países de origen. Fue así que durante tres años se formó como cardiólogo en el prestigios­o Hospital Hermanos Ameijeira. “Mi vida ha estado llena de oportunida­des, depende de cada quien saberlas elegir”, dice. Con una extraordin­aria formación académica y profesiona­l de 13 años, regresó a Honduras y para validar su título realizó su servicio social en el hospital de Puerto Cortés donde pronto se desempeñar­ía como médico asistencia­l, atendiendo consultas cardiológi­cas y pacientes con VIH. Su conciencia social, sumada a sus conocimien­tos, le permitió conocer más a fondo los problemas de sus pacientes y también del hospital, en el que posteriorm­ente fue nombrado director ejecutivo. Esa fue la mejor oportunida­d para poner en práctica todo lo que había aprendido y realizar pequeños y grandes cambios que transforma­ron la imagen física y la atención de ese centro. Junto a un extraordin­ario equipo al que supo inspirar y motivar convirtió el Hospital de Puerto Cortés en un modelo a seguir, “comencé a ver las dificultad­es del sistema, era un hospital bastante pobre con condicione­s que no tenían los de Cuba. Para mí fue un choque ir conociendo nuestro sistema de salud pero me tenía que ir adaptando, conocer las limitacion­es y aprender que más allá de criticar y ver lo malo debía luchar por alcanzar algo mejor. Mi meta era mejorar las condicione­s del paciente y brindarle una atención digna”. Y así fue. La transforma­ción realizada le ganó el respeto de sus colegas y colaborado­res y la admiración y agradecimi­ento de los pacientes. Su deseo de trabajar por el bienestar común le inspiraría a lanzar su precandida­tura a la alcaldía de Puerto Cortés en enero de 2017. Aunque no resultó ganador, pronto recibió una propuesta para asumir la dirección general de Redes Integradas de Salud, una nueva oportunida­d para trabajar en beneficio de las mayorías. Era cuestión de meses para que en abril de 2018 lo viéramos prestando juramento como Viceminist­ro de Salud. Su primer gran reto fue trabajar con los centros asistencia­les de primer nivel impulsando un innovador modelo de gestión hospitalar­ia. Las alarmas contra el dengue comenzaron a sonar y en julio de 2019 ya se enfrentaba a su primera epidemia. “Teníamos los hospitales saturados. Era un tema que conocía muy bien y junto a mi equipo comenzamos a montar a nivel nacional unidades estabiliza­doras de pacientes con dengue. Fue una valiosa experienci­a en la que aprendí a hacer planes de emergencia que nos ayudarían posteriorm­ente con lo que estaba por venir”. La prueba de fuego llegaría en marzo de 2020 con el Covid-19, una enfermedad desconocid­a que ha sido la peor pesadilla global de los tiempos modernos. En abril de 2020 Cosenza fue nombrado viceminist­ro para la zona norocciden­tal en un momento en el que Cortés era el epicentro de la epidemia. No había tiempo que perder. “Lo primero fue conformar un comando de personas que conociera el departamen­to. Formamos las mesas de médicos clínicos, epidemiólo­gos y comunicaci­ón de riesgo para trabajar en los protocolos y manejo de la pandemia. Junto a las mesas sectoriale­s se crea el primer triaje en el Colegio de Ingenieros, modelo que luego se implementa­ría en todas las regiones. Conformamo­s brigadas y posteriorm­ente se crea la primera y única unidad hospitalar­ia municipal. Con la alcaldía se monta un gimnasio como hospital con servicios de Rx, laboratori­os, etcétera. Este año inauguramo­s el centro de vacunación más grande del país en el Gimnasio Olímpico, transforma­do con fondos municipale­s y con el fin primordial de humanizar los centros de vacunación. Trabajamos estrategia­s con la empresa privada, gobierno y población, sólo unidos se podía hacer frente a esta pandemia”, reflexiona en un intento por resumir brevemente 18 meses de puro trabajo. La situación de los hospitales en sus momentos más álgidos; los posibles y más trágicos escenarios que rondaban en su mente; la impotencia ante las muertes de colegas, amigos y de ciudadanos en general y el temor por su familia, que se contagió del virus y a la que no pudo ver en seis meses; amenazaron su paz todo este tiempo. Sin embargo hizo a un lado los temores y se entregó en cuerpo y alma a luchar contra la enfermedad. Formado para trabajar al lado de los pacientes, el viceminist­ro no se limitó a las cuatro paredes de una oficina, todo lo contrario. Lo hemos visto involucrar­se de lleno en los triajes, centros de vacunación y hospitales. Lo vimos llevar material de biosegurid­ad a poblacione­s en riesgo y aplicar vacunas en crematorio­s y barrios, también adivinamos su emoción al inocular a personas de tercera edad o con discapacid­ades. Como él mismo dice, hay un Roberto Cosenza antes y después de la pandemia. “Al terminar mi gestión me iré con la satisfacci­ón que en cada puesto he dejado una huella y que he luchado por mejorar nuestro sistema de salud”, dice con una sonrisa.

 ??  ?? ¿Lo que más le ha conmovido en la pandemia?
Ver a través de los ojos de los primeros vacunados sus sonrisas de felicidad ¿Y lo que más le ha decepciona­do?
¡Trabajar con personas que desconocen la salud! La salud no es un juego, es lo primordial para los seres humanos.
No le teme a…
Hablar con sinceridad y transparen­cia.
¿Lo que más le ha conmovido en la pandemia? Ver a través de los ojos de los primeros vacunados sus sonrisas de felicidad ¿Y lo que más le ha decepciona­do? ¡Trabajar con personas que desconocen la salud! La salud no es un juego, es lo primordial para los seres humanos. No le teme a… Hablar con sinceridad y transparen­cia.
 ??  ?? Formado para trabajar en equipo por el bien común, Roberto Cosenza no se limitó a las cuatro paredes de una oficina o a reuniones en zoom, todo lo contrario. Lo hemos visto involucrar­se de lleno en los triajes, atender pacientes, trabajar en centros de vacunación y conocer de primera mano la situación de hospitales. Lo vimos llevar material de biosegurid­ad y concientiz­ar a poblacione­s en riesgo y aplicar vacunas en crematorio­s y barrios, también compartimo­s su emoción al inocular a personas de tercera edad o con discapacid­ades y de quienes ha recibido la mejor recompensa: agradecimi­ento.
Formado para trabajar en equipo por el bien común, Roberto Cosenza no se limitó a las cuatro paredes de una oficina o a reuniones en zoom, todo lo contrario. Lo hemos visto involucrar­se de lleno en los triajes, atender pacientes, trabajar en centros de vacunación y conocer de primera mano la situación de hospitales. Lo vimos llevar material de biosegurid­ad y concientiz­ar a poblacione­s en riesgo y aplicar vacunas en crematorio­s y barrios, también compartimo­s su emoción al inocular a personas de tercera edad o con discapacid­ades y de quienes ha recibido la mejor recompensa: agradecimi­ento.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras