Educación como antídoto
Bajo el liderazgo de Donald Trump, pareciera que Estados Unidos (y puertas adentro el Partido Republicano) está definitivamente dispuesto a ceder su espacio como impulsor del libre comercio y la integración de las naciones.
Si el Brexit había puesto la primera señal de alarma sobre la profundidad del sentimiento anti-globalización, nacionalista y nostálgico del proteccionismo que tomaba auge en los países desarrollados, la llegada de Trump a la Casa Blanca lo confirmó. Y para aquellos que creían que el empresario inmobiliario no mantendría su retórica y accionar inflamado y beligerante una vez asumiera su cargo, transcurridos los primeros días se acabó la esperanza.
Desde su discurso en la toma de posesión, Trump comenzó a recorrer el camino del aislacionismo y lo confirmó con sus primeras medidas y acciones. Firmó órdenes ejecutivas sobre algunas de sus más emblemáticas promesas de campaña como la construcción del muro con México, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la salida de EE.UU. del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y hasta un veto migratorio para impedir el ingreso de ciudadanos de siete países (con mayoría de población musulmana).
Mientras tanto, no muchas voces firmes surgieron para enfrentarlo. Sobre todo, no muchas del ámbito político, menos aún latinoamericanas o centroamericanas. Quienes, en cambio, sí lo resistieron, fueron los empresarios.
En una extensa conferencia de prensa, Carlos Slim aseguró que el proyecto de Trump de regresar al pasado industrial es un sinsentido y consideró que el mandatario desconoce los “nuevos paradigmas de la civilización” entre los que incluyó pluralidad, diversidad, derechos humanos, globalización, productividad, medio ambiente y competencia.
Mark Zuckerberg utilizó Facebook para afirmar que Estados Unidos es una nación de inmigrantes y que eso es motivo de orgullo, luego de recordar que sus propios abuelos llegaron desde Alemania, Austria y Polonia, mientras los de su esposa Priscilla eran refugiados de China y Vietnam.
La academia es otro de los ámbitos desde donde han surgido algunos de los rechazos más enfáticos a las políticas de Trump. Joseph Stiglitz y Paul Krugman, ambos Premios Nobel de Economía, no tardaron en criticar las incipientes decisiones del presidente de los Estados Unidos.
Ahora, el Global Network for Advanced Management, una red de 29 destacadas escuelas de negocios internacionales, entre las que se encuentra INCAE Business School, ha emitido un mensaje en clara referencia a estas políticas, afirmando que la educación global en negocios es el mejor antídoto contra el nacionalismo económico. Los decanos aseguran que “las operaciones de negocios son cada vez más globales y las ideas, los productos, el capital y los equipos están atravesando las fronteras. Al mismo tiempo, los grandes desafíos —desde el cambio climático hasta la estabilidad financiera y la lucha contra las enfermedades debilitantes— son globales y no pueden abordarse sin el sector privado. Las empresas no pueden cumplir con todos sus interesados si se cierran las fronteras o si se impide que ciertos grupos las atraviesen debido a su país de origen o a sus creencias religiosas”.
Desde este espacio coincidimos con los decanos y entregamos nuestro contenido para servir a los hombres y mujeres de negocios que en Centroamérica trabajan desde su rol como empresarios, ejecutivos o emprendedores para crear, producir y romper fronteras cada día. Como nos confirma la gran oferta que las universidades tienen en la región, la educación ejecutiva sigue apuntando a formar profesionales con la mira en negocios globales, inclusivos, destinados a trascender