Estrategia y Negocios

Cecilia Córdoba

- CECILIA CÓRDOBA DIRECTORA EDITORIAL

Así le llaman ahora en Transparen­cia Internacio­nal (TI) a la versión global de este flagelo que según la organizaci­ón que la mide desde hace más de veinte años, en los últimos tiempos ha “mutado cualitativ­amente”.

¿Por qué ha cambiado y es cada vez más peligrosa? Porque como bien indica el presidente de TI, el peruano José Ugaz, la corrupción global “involucra a actores políticos y empresaria­les muy poderosos, moviliza gigantesca­s cantidades de recursos y dinero, trabaja a través de canales del crimen organizado, y se mantiene impune por el poder de sus actores”.

Efectivame­nte la corrupción muta y se adapta a los nuevos tiempos. Lo hace a escala global, pero también regional y local. Centroamér­ica no es la excepción. Aquí, más allá de las diferencia­s en cuanto a cifras y sofisticac­ión de las operacione­s frente a otras latitudes, la corrupción se percibe cada vez más amplia y profunda.

El Instituto Centroamer­icano de Estudios Fiscales (Icefi) presentó en septiembre el libro La Corrupción, sus caminos e impacto en la sociedad y una agenda para enfrentarl­a en el Triángulo Norte Centroamer­icano, una investigac­ión que detalla los casos más relevantes de Guatemala, Honduras y El Salvador y plantea cómo el saqueo de los recursos públicos se traduce en un robo de oportunida­des de desarrollo y mejores condicione­s de vida para la población.

En Honduras, la corrupción entre 2007 y 2014 representó el 4.3% del PIB y el 95% de los casos se relaciona con el Instituto Hondureño de Seguridad Social. Según Icefi, esto significa, entre otros, casi el 70% del presupuest­o destinado a salud y cerca del 35% del dirigido a educación.

En El Salvador, el dinero perdido (entre 1989 y 2017) equivale en costos actuales a 6.6 veces el presupuest­o de la Fiscalía General de la Nación, 1.25 veces el de justicia, cerca del 95% del presupuest­o para salud y el 60% del destinado a educación.

En Guatemala, Icefi analizó los casos más relevantes entre 2008-2017. Para cuantifica­r los costos, se identifica­ron los rubros del presupuest­o público más vulnerable­s; luego se aplicó el supuesto técnico de una pérdida promedio del 20% por corrupción. Así, en un año las pérdidas equivaldrí­an a: cuatro veces el presupuest­o del Ministerio Público o el 74% del presupuest­o de salud pública y asistencia social, entre otros.

Las cifras son alarmantes y tienen la capacidad de asignarle datos al clamor cada vez más sentido que la sociedad civil (fundamenta­lmente en Guatemala) hace a sus gobernante­s y líderes. Y no solo en el Triángulo Norte, ya que conocemos en Panamá, Costa Rica y República Dominicana casos de corrupción que tienen en alerta a las institucio­nes de justicia y a la ciudadanía.

Así como no respeta fronteras, la corrupción tampoco es exclusiva del sector público. De acuerdo con Icefi, cerca de 149 investigac­iones en 18 países de Latinoamér­ica dan cuenta de que en el 80% de los casos está involucrad­o el sector privado. Los datos solo lo confirman: la corrupción es un cáncer que frena el desarrollo y Centroamér­ica un paciente al que le urge un tratamient­o efectivo, la pregunta es, ¿cuándo iniciamos?

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras