Tras Uber y Amazon
Los dos gigantes tecnológicos redefinen las relaciones laborales del siglo XXI. Y aún estamos en la prehistoria de esta revolución
esta llamada economía colaborativa, que sustituye el modelo tradicional de activos propios por plataformas digitales”, según explica Rafael Chelala, abogado y profesor de Deusto Business School. Pero hay expertos que van más allá y hablan, incluso, de “plataformización de las relaciones laborales”, para esta tendencia creciente. Raúl Rojas, socio del bufete Ecija, define el uso de los canales digitales para hacer de “enlace entre el trabajador que presta sus servicios y el destinatario final de los mismos bajo demanda”, modelos propios del uso generalizado de las nuevas tecnologías. ¿Y el alcance real de este cambio de paradigma? Para Chelala estos modelos “se alejan de la relación laboral tradicional”. Su punto fuerte es la flexibilidad, permitiendo a los personas “conciliar y elegir el tiempo que se quiere trabajar”, sin tener una relación continua con una sola empresa
Ricardo Pérez, de IE Business School (IEBS) cree que este tipo de soluciones puede ser muy positivo en un entorno de profesionales formados, con muchas alternativas de trabajo de valor añadido y buenas compensaciones, “donde trabajan para el mejor postor y se alían a quien estiman más conveniente”. ¿Los riesgos? En trabajos poco cualificados se puede prestar a abusos frente a proveedores individuales.
¿Son empleos donde cada profesional es su propio jefe? ¿Es un trabajador por cuenta propia o ajena? ¿Y sus derechos? ¿Quién es el responsable de la actividad de cara al consumidor? Para Rafael Chelala, hay que tener en cuenta que se parte de la “figura del trabajador autónomo” (servicios profesionales), punto que ya está regulado en los ordenamientos jurídicos, al igual que el papel de las empresas o plataformas, que “impondrán requisitos dentro del marco legal existente”. Sin embargo, Raúl Rojas es más escéptico y considera que “el derecho va siempre por detrás de la realidad, y más aún cuando hablamos de la adaptación a los cambios tan profundos que la disrupción tecnológica está provocando en las relaciones laborales, transformando incluso el concepto clásico de trabajador independiente”. No hay