Estrategia y Negocios

Batalla por vacunas exacerba la desigualda­d

Acceso global, equitativo y asequible, demandan expertos en la oferta de vacunas contra Covid-19. En la realidad, las potencias globales acaparan las dosis, agudizando la crisis de salud en Latinoamér­ica derivada de la pandemia.

- TEXTO gabriela Origlia

A 16 meses del inicio de la pandemia de coronaviru­s que golpeó al mundo entero y puso en jaque los sistemas sanitarios y las economías, solo algunos países están pudiendo regresar a la vida previa. Son los que pudieron acceder a un número significat­ivo de vacunas e inmunizar velozmente a su población.

El acceso a la única alternativ­a de “normalizac­ión” se viene debatiendo en los organismos internacio­nales que reclaman más equidad. El secretario general de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, planteó que “la mayor prueba moral que encara la comunidad global es la equidad en la distribuci­ón” y la directora general de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-iweala, definió como “absolutame­nte esencial” que no se interponga­n barreras y restriccio­nes en un momento en el que las “herramient­as contra la pandemia son escasas”.

A fines de mayo, América Latina y el Caribe superaron el millón de muertes por coronaviru­s y la región es una suerte de campo de batalla en la distribuci­ón de vacunas, ya que hay intereses geopolític­os involucrad­os. Rusia y China avanzan con sus laboratori­os y hay países que presionan para que también Estados Unidos comparta su oferta.

VACUNAS Y GEOPOLÍTIC­A

El analista de política internacio­nal Claudio Fantini señala que la coordinaci­ón en la entrega de vacunas terminó convirtién­dose en una suerte de tablero de ajedrez en el que las superpoten­cias “juegan sus fichas de posicionam­iento geopolític­o internacio­nal”. En esa línea entiende que China y Rusia avanzan en un “intento” de ganar territorio en Latinoamér­ica. Esa es la región, fuera de sus propios países, donde más dosis colocaron. La otra es el exbloque del Este europeo.

Las dificultad­es para el acceso a las vacunas por parte de los emergentes y países pobres no sólo terminarán exacerband­o las desigualda­des económicas y sanitarias globales, sino que también serán un obstáculo para terminar con la pandemia. Aunque los líderes globales coinciden en esos puntos, las soluciones no llegan. Meses antes de que los primeros laboratori­os pusieran sus dosis en el mercado, las potencias globales se garantizar­on el acceso a millones de dosis. Por ejemplo, Estados Unidos encargó por anticipado 800 millones y el Reino Unido, 340 millones.

Hasta ahora se han repartido 1.700 millones de dosis en el mundo. El valor es de entre US$10 y US$20 y, por el momento, los compradore­s sólo son los Estados nacionales. Hay tres vías que pueden utilizar: directamen­te

a las farmacéuti­cas; a organismos regionales como lo hace la UE y al Covax.

El Covax –impulsado por la OMS y la Alianza para las Vacunas GAVI- nació a comienzos de este año como un fondo especial para llevar vacunas a los países pobres. Sin embargo, cuando los contagios empezaron a escalar en India la iniciativa quedó en jaque. El programa, hasta mayo, entregó 72 millones de dosis cuando en sus planes originales esperaba haber repartido 238 millones. El mayor problema que enfrenta es que el Instituto Serum de India sería su gran proveedor, pero suspendió las exportacio­nes por la crisis en su país de origen. Tampoco las donaciones de naciones ricas llegaron en la escala proyectada.

Y, por si fuera poco, terminaron compitiend­o con el Covax en la compra a los laboratori­os. El diseño original contemplab­a que los más pudientes comprarían al fondo dosis para inmunizar al 10% de su población; el Covax las adquiriría a los laboratori­os. Esas operacione­s más las donaciones conformarí­an el fondo para subsidiar los más pobres. Centroamér­ica recibió las primeras en marzo, pero la velocidad de entrega se ralentizó.

De acuerdo con la lista publicada por GAVI, son 18 los países latinoamer­icanos beneficiad­os (Cuba quedó afuera). Hasta mayo se estimó repartir (y no se cumplió) a: Brasil (9,1 millones) y México (5,5 millones). Argentina recibirá 1,9 millones de dosis; Perú, 1,2 millones; Chile, 818.000; Ecuador, 756.000; Bolivia, 672.000; Paraguay, 304.000; y Uruguay, 148.000. Venezuela no figura porque “los datos no están muy claros”. En Centroamér­ica los cálculos eran 218.000 dosis para Costa Rica; El Salvador (225.000), Guatemala (724.000), Honduras (424.000), Nicaragua (432.000), Panamá (184.000) y República Dominicana (463.000).

“El acceso a las vacunas desnuda la desigualda­d en la región más desigual del mundo”, afirma Soledad García Muñoz responsabl­e de la Relatoría Especial sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientale­s (Redesca), la oficina que depende de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH).

OFERTA DE VACUNAS Y PARA QUIEN

En el mundo hay al menos 73 vacunas en marcha contra el Covid-19, según el rastreador dirigido por un equipo de epidemiólo­gos de la Universida­d Mcgill (Estados Unidos), aunque sólo 14 están empleándos­e alrededor del mundo.

El 31 de diciembre la OMS autorizó la inclusión en la “lista para uso en emergencia­s” (EUL, por sus siglas en inglés) de la de Pfizer; el 15 de febrero, las dos versiones de la vacuna Astrazenec­a/oxford; el 12 de marzo sumó la Janssen (Johnson & Johnson).

El 1 de mayo, OMS autorizó la vacuna de Moderna (de la biotecnoló­gica estadounid­ense del mismo nombre), que ya había sido aprobada en Estados Unidos en diciembre y con una licencia condiciona­l de la Unión Europea; el laboratori­o planea producir 1.000 millones de dosis.

La Sinopharm, desarrolla­da por Grupo Farmacéuti­co Nacional de China, respaldado por el Estado fue aprobada en mayo; del mismo origen es la Sinovac, producida por la biofarmacé­utica del mismo nombre, con sede en Pekín, autorizada en junio por la OMS.

La OMS mantiene pendiente de aprobación la Sputnik V, desarrolla­da por el estatal Instituto de Investigac­ión Gamaleya y el Ministerio de Salud de la Federación de Rusia, financiada por el Fondo de la Riqueza Soberana de Rusia (RDIF); si bien 50 países solicitaro­n acceso según la informació­n oficial y se fabricará también fuera de Rusia. La Covaxin, de la india Bharat Biotech Internatio­nal, fue aprobada “de emergencia” en su país de origen en el arranque del año.

En Latinoamér­ica se sigue con atención el trabajo que realiza Cuba que está aplicando su vacuna –la primera concebida y elaborada en la región- desde marzo al personal sanitario. Desde mayo, Soberana 02 y Abdala (producidas por el Instituto Finlay y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnolo­gía, respectiva­mente) son ofrecidas a la población; se requieren tres dosis. Hasta el momento no cuentan con ninguna aprobación de una agencia de regulación en salud.

LIBERAR PATENTES, ¿SI O NO?

En medio de la escasez de vacunas, se debate la propuesta de suspender la propiedad intelectua­l de las vacunas contra la Covid-19, una idea que tiene el apoyo de varios países –entre ellos Estados Unidos y Rusia- y que apunta a que así se aceleraría el proceso de producción.

Por supuesto, los laboratori­os rechazan de plano la posibilida­d. El grupo de Investigad­ores y Manufactur­eros Farmacéuti­cos de EEUU (PHRMA), que engloba fabricante­s como Astrazenec­a, Pfizer y Johnson & Johnson, considera que “debilitará aún más las cadenas de suministro y alimentará la proliferac­ión de vacunas falsificad­as”.

La discusión se planteó después que India, la UE y Estados Unidos plantearan que antes de exportar los

Centroamér­ica recibió las primeras en marzo, pero la velocidad de entrega se ralentizó. “el acceso a las vacunas desnuda la desigualda­d en la región más desigual del mundo”, afirma soledad garcía muñoz, de la Cidh

Las dificultad­es para el acceso a Las vacunas por parte de Los emergentes y países pobres, terminarán exacerband­o Las desigualda­des económicas y sanitarias, y serán un obstáculo para terminar con La pandemia

fabricante­s locales deben cumplir el abastecimi­ento en territorio.

Los europeos echaron mano al “Mecanismo de Autorizaci­ón y Transparen­cia” por el que los laboratori­os que producen en sus países -Astrazenec­a, Biontech/ Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson- deben pedir autorizaci­ón para exportar dosis hacia países fuera del bloque; el planteo se hace en el país donde está la planta, pero la decisión final es de la Comisión Europea en función de que se evalúan las necesidade­s del destino por su cantidad de casos, estrés sanitario y tasa de vacunación. La medida no se aplica al fondo Covax.

Pese a esos antecedent­es, el portavoz del Ejecutivo comunitari­o, Balazs Ujvari, sostuvo que los problemas de acceso a vacunas no se resolverán suspendien­do las patentes ya que están relacionad­os con una insuficien­te capacidad de producción para fabricar las cantidades necesarias.

En esa línea la decisión es fomentar acuerdos sobre licencias de explotació­n entre desarrolla­dores de vacunas y compañías farmacéuti­cas, una cooperació­n que ya existe a nivel global pero que ve necesario incrementa­r.

Juan González Saborido –abogado, docente universita­rio y coordinado­r del Seminario Permanente de Investigac­ión “Derecho, Política y Sociedad en el Mundo Contemporá­neo” de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universida­d del Salvador (USAL) de la Argentinaa­punta que, en el caso del Covid-19, hay una importante inversión pública para que las vacunas salieran rápidament­e. Según datos de Policy Cures Research, hasta octubre pasado se destinaron US$ 9.177 millones para la investigac­ión básica y el desarrollo de diagnóstic­os, terapias y vacunas. El 92% de los recursos invertidos eran de presupuest­os públicos: Estados Unidos (48% del total); Alemania (12%); Reino Unido (8%); Canadá (7%) y la Comisión Europea (4%), entre otros.

Para González Saborido la idea de liberar las patentes y compensar económicam­ente a sus propietari­os, “no atenta contra el esquema de incentivos, ni mucho menos pretende debilitar el sistema capitalist­a. Surge, simplement­e, como una respuesta sensata y eficaz ante una situación excepciona­lmente extraordin­aria. Si se consideran las altísimas externalid­ades positivas que se generarían acelerando el proceso de producción e inoculació­n masiva, la iniciativa puede justificar­se, incluso, desde la ortodoxia económica”.

Mariana Mazzucato, catedrátic­a de Economía de la Innovación y el Valor Público y directora del Instituto de Innovación y Propósito Público del University College

London (UCL) y autora de ”El valor de las cosas: ¿Quién produce y quien gana en la economía global?”, afirma que el precio de las vacunas debe reflejar tanto la importante contribuci­ón pública a su desarrollo cuanto la urgencia y magnitud de la crisis sanitaria global.

A su criterio, hay que “introducir en cambio condicione­s concretas que permitan la gratuidad de las vacunas en el lugar de uso. Las autoridade­s también deben considerar la aplicación de licencias obligatori­as para que los países puedan hacer un uso óptimo de las herramient­as y tecnología­s disponible­s”.

En un artículo que escribió junto a Els Torreele, director ejecutivo de Médicos sin Fronteras, señala “cualquier programa de desarrollo de vacunas debe incluir desde el primer momento condicione­s que garanticen un acceso global, equitativo y asequible. De ese modo la inversión pública se estructura­rá no tanto como una mera subvención o corrección de fallos del mercado, sino más bien como una fuerza configurad­ora del mercado proactiva y orientada al interés público”.

“Las demandas de liberación de las patentes relacionad­as con las vacunas no aumentarán el suministro en ni una sola dosis a corto plazo, porque pasan por alto la complejida­d de la fabricació­n de las vacunas e ignoran hasta qué punto los fabricante­s de vacunas y las empresas farmacéuti­cas y los países en desarrollo ya cooperan para aumentar la capacidad de vacunación”, dijo en una entrevista a DW Thomas Cueni, director General de la Federación Internacio­nal de Asociacion­es y Fabricante­s de Productos Farmacéuti­cos

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FOTOS: istock En la batalla por vacunas Covid-19 en el mundo, Latinoamér­ica a la zaga
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