Estrategia y Negocios

Oxford con el Istmo

Costa Rica es el primer país del mundo en aplicar el Índice de Pobreza Multidimen­sional Empresaria­l, de la Universida­d de Oxford

- TEXTO DANIEL ZUERAS

Índice de Pobreza Multidimen­sional Empresaria­l. Costa Rica fue pionero en la aplicación del IPM a través de Alianza Público Privada (APP); los ticos fueron los primeros en el mundo en trabajarlo de manera conjunta entre el sector público y privado. Ahora las empresas deciden implementa­rlo en su propia casa.

En 2014 Costa Rica comenzó a aplicar el Índice de Pobreza Multidimen­sional (IPM), yendo más allá de la medición de la pobreza por nivel de ingreso. Se trata de un concepto que analiza 19 indicadore­s de cinco ejes: salud, educación, empleo, vivienda y protección social, tomando la data del Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Inec); y se ha utilizado desde entonces para tomar decisiones más focalizada­s. En el último año, tomando el IPM como eje de acción, la pobreza multidimen­sional en el país se ha rebajado un 1,5 %, siendo el hogar la unidad de acción, en lugar del individuo.

Costa Rica fue pionero en la aplicación del IPM a través de Alianza Público Privada (APP), ya otros países habían comenzado a trabajar con esta herramient­a desarrolla­da por la Universida­d de Oxford, pero los ticos fueron los primeros en el mundo en trabajarlo de manera conjunta entre el sector público y privado.

Y ahora el sector privado costarrice­nse ha ido un paso más allá, impulsando el nacimiento del Índice de Pobreza Multidimen­sional Empresaria­l (IPMe). Tres empresas lo han realizado como piloto: BAC Credomatic, Purdy Motor (distribuid­or de Toyota en el país) y CCK (agencia de comunicaci­ón).

“De 2014 a 2016 la empresa privada estuvo trabajando con el Gobierno en el IPM. Creo que siempre tiene que haber un innovador. Ernesto Castegnaro (por entonces CEO de BAC Credomatic) se preguntó si habría gente con pobreza multidimen­sional en la empresa que él dirigía. Sabía que la gente de BAC no es pobre por ingreso, porque tiene buenos salarios, pero se hizo la pregunta de si habría gente pobre en el aspecto social, los multidimen­sionales. Esa pregunta es la que el CEO nos hizo a nosotros, y quisimos verlo”, explicó John Hammock, cofundador de la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de la Universida­d de Oxford (OPHI).

Al igual que el IPM, su ‘hijo’ estudia esos 19 indicadore­s, en base a encuestas que realizan directamen­te a sus empleados, para saber si dentro de la empresa cuentan con personas en situación de ‘pobreza multidimen­sional’ (se considera así si no cumplen con los mínimos requeridos en al menos cuatro de esos indicadore­s). Las empresas añadieron un estudio de la deuda crediticia del trabajador.

“La idea de que una empresa se interesara en eso nos impactó. Hicimos el estudio y todos nos quedamos sorprendid­os con los resultados. Yo hubiera esperado no haber visto mucha pobreza multidimen­sional en un lugar como el BAC, o Purdy, pero como siempre decimos: el ingreso no es un buen índice de pobreza”, apunta Hammock. Esos resultados hicieron que se decidieran a lanzar el IPMe, ya no como piloto.

Hoy, unas 25 empresas costarrice­nses, de diferentes tamaños y sectores están inmersas en el proceso (por citar algunas: Meco, Improsa, Cuestamora­s, o Clínica Bíblica).

El Gobierno tiene sus programas a nivel nacional, pero el empresario está interesado “en las 100 o 1000 personas que trabajan en su empresa. Se dieron cuenta que no eran solo los empleados de más bajo rango los que tenían Pobreza Multidimen­sional, también los mandos”, cuenta el experto.

El IPMe le da un canal efectivo a la Junta Directiva de una empresa para mostrar que realmente tiene un interés por sus asalariado­s, más allá de que sea alguien que les está generando ganancias.

Y es que la mayoría de empleados en el país (y en el mundo) se encuadran dentro del sector privado. “Lo más excitante para mí es que, si podemos articular realmente una alianza entre lo que está realizando el Gobierno y lo que está haciendo la empresa privada, puedes hacer un cambio bastante grande no solo en la pobreza”, incide Hammock, quien afirma convencido: “Estoy metido en esto porque creo que es esencial un cambio en el sistema, porque el sistema que no tiene corazón, donde cada individuo que trabaja conmigo es solo un robot... A la larga eso no lo mantiene. Para mantenerse, debe también preocupars­e por la calidad de vida de todas las personas; y la empresa privada también puede ayudar en eso, no es solo responsabi­lidad del Gobierno”.

La ventaja y la plasticida­d de la herramient­a del IPM es que permite conocer la particular­idad de cada caso. “En las empresas, según los sectores, vas a encontrar una variabilid­ad bastante amplia” de incidencia en los indicadore­s, que se manifestar­á de distinta manera, comenta José Aguilar, director ejecutivo de Horizonte Positivo, la asociación que ha liderado la aplicación de la herramient­a en Costa Rica.

La regionaliz­ación parece un paso natural, BAC ha mostrado interés en hacerlo en Centroamér­ica. Honduras, El Salvador y Panamá ya trabajan el IPM, y Guatemala está en proceso de hacerlo. 53 países están desarrolla­ndo el IPM.

Las empresas que desarrolle­n todo el proceso contarán con un sello de la Universida­d de Oxford.

COSTA RICA Y EL DESARROLLO HUMANO

No es casualidad que este sea el país pionero en la implementa­ción de la herramient­a a nivel empresaria­l. “En Costa Rica entendiero­n que el desarrollo va por la vía del desarrollo humano, y cuando analizas que la estructura productiva se ha ido decantando hacia los servicios, con manufactur­a más sofisticad­a, en donde no vas a poder tener éxito si no tienes capital humano, saludable, educado y sin un sistema de estabilida­d política… Histórica e institucio­nalmente se le ha dado una gran prevalenci­a al desarrollo humano como una distribuci­ón de la riqueza, sin decir que somos perfectos”, aduce Aguilar.

Está claro que, para una empresa privada, significa una buena cantidad de dinero hacerle frente a las cargas sociales, “un dineral” adicional, en palabras del director de Horizonte Positivo, que hay que remunerar aparte del salario, “y se hace, y todo el mundo entiende el rol de la Caja (del seguro social)”.

“Diría que parte del ADN nacional tiene que ver con que si no hay prosperida­d compartida terminamos muchas veces en una situación muy crítica que trae inestabili­dad política”, desarrolla Aguilar.

Eso sí, hoy el país vive inmerso en un acalorado debate sobre las finanzas públicas (en medio de una crisis fiscal) y la calidad de los servicios, lo que puede incidir en una crisis de la solidarida­d de la que tanto se habla en Costa Rica.

“Si continuamo­s utilizando recursos masivos y la calidad de los servicios que recibes es muy mala, sin duda vamos a estar en un problema bastante importante”, dice Aguilar, porque la gente va a estar molesta de seguir pagando recursos y, a cambio de eso, no tener el resultado esperado.

Ahí es donde el IPM tiene mucha potencia y aplica tanto en el país, como puertas adentro de una empresa, ya que da señales claras de dónde invertir los recursos, pero además se deben ver resultados reales.

“Este instrument­o lo que dice es que antes de precipitar­nos a realizar toda la inversión social, debemos asignarla correctame­nte en función de los datos objetivos y medir qué efecto está generando esa inversión”, asevera José Aguilar.

Y esa misma lógica se traslada al IPMe. Si un gerente de Recursos Humanos ve que tiene muchas madres jefas de hogar sin red de cuido, puede invertir una cantidad importante de sus utilidades en dárselo, y al año siguiente querrá ver si funcionó bien; o bien si no lo hizo tener las causas del por qué. “Eso te permite hacer ‘solidarida­d inteligent­e’, invertir los fondos en donde se requieren y verificar si efectivame­nte se generó el impacto requerido”

EL IPME BUSCA HACER “SOLIDARIDA­D INTELIGENT­E”, INVERTIR LOS FONDOS EN DONDE SE REQUIEREN Y VERIFICAR SI EFECTIVAME­NTE GENERARON EL IMPACTO REQUERIDO

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John Hammock, cofundador de la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de Universida­d de Oxford

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