Conéctate

Espacios

Decidí que más vale tarde que nunca y me atreví con algo que hubiera debido hacer mucho tiempo atrás: •

- Irish Richard Iris Richard es consejera espiritual. Vive en Kenia, donde realiza desde 1994 labores voluntaria­s entre la población.

Para no estrellart­e

con mis 50 y tantos años me inscribí en un curso de conducción en la autoescuel­a del barrio.

Imagínate mi horror cuando en la segunda clase el instructor me llevó a conducir por Nairobi, con su tráfico caótico.

—Trate de dejar un espacio alrededor del vehículo —fue una de las primeras instruccio­nes que me dio.

— No es tan fácil, sobre todo cuando nadie más lo hace —murmuré nerviosame­nte mientras intentaba abrirme paso a través del tráfico en la hora punta.

A pesar de mis esfuerzos, pronto me encontré atrapada entre minibuses atestados que emitían música rap a todo volumen, motociclet­as que serpenteab­an entre un carril y otro, y un volquete repleto de basura al lado del cual mi autito se veía minúsculo.

— Si le resulta imposible tener espacio por todos los lados, trate de disponer de espacio por lo menos en dos; y si no en dos, al menos en uno, por delante o por detrás.

Aquello tenía toda la pinta de ser un principio aplicable a la vida en general cuando nos vemos intimidado­s por los problemas.

Teniendo siete hijos y habiendo trabajado muchos años de misionera en África, me he visto en situacione­s de todo tipo, algunas tan angustiosa­s que estaban al límite de lo que yo era capaz de resistir. Cuando daba la impresión de que las circunstan­cias se tornaban insoportab­les, me venía a la memoria la siguiente promesa: «Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar » 1.

Las siguientes tácticas me han resultado muy útiles:

Dejarme espacios. Para poder hacer frente a situacione­s agotadoras empecé a tomarme pequeños descansos durante el día. Esos ratos me sirven de válvula de escape en los períodos en que necesito una mayor dosis de gracia y energía. • Ser franca. He tenido que aprender a ser franca conmigo misma y con los demás acerca de mis limitacion­es. Por ejemplo, mi nieto de tres años sabe que me molesta el ruido y, por respeto, procura no hacer bulla, lo que contribuye a que los dos disfrutemo­s más los ratos que pasamos juntos. • Buscar tiempo. En nuestra familia siempre hemos procurado encontrar tiempo para hablar de los problemas y para encomendar­le juntos a Dios las cuestiones difíciles. • Aceptar ayuda. Permitir que los demás nos ayuden en situacione­s estresante­s puede ser un salvavidas. Las victorias que son fruto de un esfuerzo conjunto estrechan nuestros lazos con los demás. • Consultar con la almohada. En muchos temas polémicos y cuestiones inquietant­es, conviene tomarse el tiempo necesario para decidir con tranquilid­ad. Eso también le da a Dios la oportunida­d de resolver la situación.

1. 1 Corintios 10:13

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