FORMAR NUEVOS HÁBITOS
El mes de enero, cuando se celebra el Año Nuevo en casi todo el mundo, toma su nombre del dios romano Jano. Dado que este tenía dos caras, podía ver simultáneamente el año que había terminado y el que estaba empezando. Era el dios de los comienzos y el guardián de las puertas.
Hacerse propósitos al inicio del año es una tradición muy antigua y de mucho arraigo. Al parecer entre los babilonios la resolución más común era la de devolver los aperos de labranza que uno había tomado prestados1. Aunque nos proponemos metas, da la impresión de que no estamos bien preparados para alcanzarlas. Una de las razones por las que nos cuesta dejar costumbres perjudiciales o adquirir hábitos que sean beneficiosos para nosotros es que a veces nuestras expectativas son un poco extremas. En lugar de hacer reformas graduales y permanentes en nuestra forma de vivir, pretendemos éxitos instantáneos.
Jack LaLanne (1914–2011), gurú del fisioculturismo que aun a los 90 y tantos años seguía con su régimen diario de ejercicio, señaló: « Aunque la mayoría de las personas tienen buenas intenciones, se fijan metas demasiado altas. Lo intentan dos o tres veces y dicen: “Esto es muy duro”. Y se rinden».
Cuando yo dictaba clases particulares de inglés en Indonesia y Japón me encontraba con ese tipo de expectativas poco realistas. Muchos de mis alumnos pensaban que contratando a un profesor nativo aprenderían por una suerte de osmosis mágica, sin necesidad de hacer tareas ni abocarse al estudio. Eso son ilusiones; así no se aprende. Estamos condicionados a desear resultados rápidos; pero la realidad dice otra cosa: para lograr algo de valor, generalmente hay que esforzarse por un buen período de tiempo.
En el cerebro, las señales se transmiten a través de neuronas interconectadas. Esas señales prefieren circular por rutas conocidas, por vías que les resultan cómodas. De ahí que para crear nuevas rutas se necesite tiempo y esfuerzo.
Carlo DiClemente — director de la Facultad de Psicología de la Universidad de Maryland— recomienda fijarse objetivos realistas y dar todos los días pasos para alcanzarlos. «Todos tenemos deseos. Quizá digamos: “Me gustaría ser mejor padre”. Sin embargo, eso es bastante impreciso. Tal vez digamos: “Voy a contar hasta cinco antes de ponerme a gritar a mis hijos”. Eso está bien, pero luego vemos que necesitamos un mecanismo que nos recuerde que contemos hasta cinco».
Con buenas metas, grandes deseos y mucha perseverancia, podemos adquirir un nuevo hábito este año, y así convertirnos en dueños de las circunstancias en lugar de víctimas de las mismas.