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La sendA de la SENCILLEZ

- Amanda White Amanda White es administra­dora de oficina. Vive en Sídney ( Australia).

Hace poco, de camino al gimnasio me puse a escuchar un programa de radio cristiano. Todos los días hacen una pregunta distinta, y la gente puede enviar su respuesta por teléfono o por Facebook. La pregunta de ese día era bastante sencilla: «¿Qué cosas te hacen ilusión?»

Las respuestas de los oyentes fueron bastante simples, pero a la vez reconforta­ntes. Por ejemplo, una señora dijo que le hace ilusión tomarse una taza de té por la noche después de acostar a sus hijos.

El programa me llevó a pensar en las cosas sencillas de la vida. Esencialme­nte, esas son las que a todos nos hacen ilusión, las más insignific­antes. Un abrazo después de un largo día. Una taza de té o de café por la mañana. El sol que asoma tras unos días de lluvia y que por fin nos permite tender la ropa. Meterse por la noche en una cama bien cómoda. Una ducha refrescant­e. El césped recién podado. Comer en un restaurant­e.

Me gusta pensar que esas cositas son manifestac­iones del amor que me prodiga Dios, tanto como los regalos más grandes que Él a veces me hace. Robert Louis Stevenson lo expresó muy elocuentem­ente: «Las mejores cosas de la vida las tenemos muy cerca: el aire que aspiramos, la luz que ven nuestros ojos, las flores que hay a nuestros pies, las tareas que tenemos al alcance de la mano, el camino del bien que se abre justo delante de nosotros. Por eso, no pretendas echar mano de las estrellas; cumple con los quehaceres comunes y corrientes que te depara la vida, con la certeza de que las tareas cotidianas y el pan de cada día son las cosas más dulces que hay ».

Claro que a todos nos hacen ilusión otras cosas más grandes y emocionant­es, como pueden ser unas merecidas vacaciones. Sin embargo, las más de las veces son los sencillos actos cotidianos los que nos ponen contentos y nos hacen sonreír. Me he dado cuenta de que tengo que reconocer y apreciar más esas cosas, pues tienden a quedar relegadas a causa del ritmo loco de nuestra existencia. No es nada nuevo: es uno de esos principios de la vida y de la felicidad que con frecuencia pierdo de vista cuando numerosos factores importante­s y estresante­s me nublan el panorama y me agobian.

Decidí empezar de a poco. Seguí el consejo de la señora que habló en la radio y esa noche, después de acostar a los niños, estuve unos minutos relajada saboreando una taza de té; y disfruté de cada sorbo.

También ando buscando la sencillez en lo espiritual. Si las cosas simples de la vida me proporcion­an alegría, ¿será que mis actos sencillos hacen feliz a Dios?

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