A NUESTROS AMIGOS Amar y amarse
La Biblia enseña que es nuestro deber aprovechar al máximo el talento y las habilidades que Dios nos ha dado1. Él generosamente nos ha confiado destrezas, recursos, tiempo, energías, mente y espíritu; e invertir todo eso en iniciativas que agraden a Dios y que estén en armonía con Su plan nos reporta la mayor de las satisfacciones. Naturalmente, hay muchas maneras de cumplir ese cometido. Cada uno tiene su vocación, inspirada singularmente por Dios, y cada uno aporta su personalidad y sus circunstancias particulares. De todos modos, la Biblia nos da algunas indicaciones: «Ocuparse de los huérfanos y de las viudas en sus aflicciones» 2, dar de comer al que tiene hambre, visitar a los que están en la cárcel3, comportarnos en nuestro lugar de trabajo como lo haría Cristo4, etc. Además, por lo que conocemos de la naturaleza de Dios pueden deducirse otras formas de servicio, como conservar y embellecer la creación de Dios.
Al realizar esas acciones, podemos invocar la promesa divina de que nuestra labor no será en vano. «Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará » 5.
Los artículos que incluimos en este número de Conéctate presentan ideas sobre cómo reflejar a Jesús frente a las personas que nos rodean. Por otra parte, recordemos que, amén de las obligaciones que tenemos para con nuestra familia y la sociedad, también tenemos un deber para con nosotros mismos. La escritora Eleanor Brownn lo expresa muy bien: «El descanso y el cuidado personal tienen una importancia vital. Dedicar suficiente tiempo a reabastecernos espiritualmente nos permite atender al prójimo con lo que rebosa de nosotros. No se puede servir con una vasija vacía ». Un buen recordatorio de que no se debe descuidar ningún aspecto. 1. V. la parábola de los talentos en
Mateo 25:14–30 2. Santiago 1: 27 ( NTV) 3. V. Mateo 25: 35,36 4. V. Colosenses 3: 22 5. Colosenses 3: 23,24 ( NVI)