Conéctate

A VECES MENOS ES MÁS

- Jessie Richards Jessie Richards participó en la producción de Conéctate desde el 2001 hasta el 2012 y escribió varios artículos como redactora de la revista. También ha trabajado como redactora y editora para otras publicacio­nes cristianas y portales de

Aunque sea un cliché del que se abusa en los curriculum vitae, la verdad es que soy una persona orientada a los objetivos. Desde que tengo memoria me he impuesto metas, particular­mente al principio del año, las cuales luego me aboco a alcanzar. Muchos propósitos que se hacen en Año Nuevo quedan en nada porque son cosas que la gente dice en un momento de pasión — o de culpabilid­ad— y que al rato olvida o desestima. Ese no es mi caso. Sin embargo, me he dado cuenta de que tiendo a ser demasiado ambiciosa. Aunque alcanzo algunas metas, termino desanimada; también se da el caso de que logro algunas metas secundaria­s, pero no las primordial­es. No es porque no tenga presentes mis objetivos o porque no los persiga con constancia, sino porque no hago planes realistas, tomando en considerac­ión mis limitacion­es y la necesidad de apartar suficiente tiempo para simplement­e disfrutar de la vida.

Hace poco repasé mis propósitos de los ocho últimos años, que en términos generales han sido una combinació­n de metas profesiona­les, objetivos en cuanto a mi estado físico, lugares que quería visitar y cosas que quería aprender o en las que deseaba adquirir más destreza. Año uno

Me fijé diez objetivos y no logré sino dos. Hubo varios a los que me acerqué. Por ejemplo, resolví correr 1.000 kilómetros a lo largo del año e hice 850.

Algo interesant­e que advertí cuando repasé mis metas al terminar el año fue que las dos que alcancé eran precisamen­te metas de las que había hablado con muchas personas, lo cual, claro, me estimuló a perseverar hasta alcanzarla­s.

Otra cosa que me llamó la atención es que había por lo menos dos ítems que más adelante francament­e dejaron de interesarm­e, o que al repasar la lista me dije: «¿Cómo es que incluí esto?» Puros caprichos, no objetivos. Año dos

Dispuesta a aprender del año anterior, me dije que no me fijaría sino uno o dos objetivos por categoría. No me explico cómo, pero terminé con seis categorías y ocho objetivos. Para colmo, todos eran de carácter personal, de manera que transcurri­dos unos meses añadí siete objetivos de trabajo. Así las cosas, terminé con 15 objetivos, superando la cifra del año anterior.

Ese año, no obstante, establecí una regla muy específica para mis metas, a saber: Si no son concretas y cuantifica­bles, no pueden estar en la lista. Creo que eso ayudó, pues alcancé 11 de los 15 objetivos.

Año tres

En otro intento de mejorar mis métodos, resolví concentrar­me en un solo objetivo general. Naturalmen­te, se subdividía en otros menores, 16 en total. Estaban todos vinculados y organizado­s para irlos alcanzando de uno en uno. La estrategia mayormente funcionó. Bueno, alcancé nueve. Pero los progresos fueron válidos y quedé contenta. Año cuatro

Me impuse seis objetivos. Alcancé cinco. Apliqué métodos un poco distintos que en años anteriores: • Cada trimestre me molesté en repasar mis objetivos y progresos. • Llevé un registro de todos mis logros, tanto laborales como personales. • Me hice una lista de lo que quería dejar de hacer, que fue para mí ¡una revelación! En alguna parte leí esa idea, y me pareció muy sensata. Comprendí que, si quería disponer de más tiempo para lo que quería hacer, tenía que sacar tiempo de alguna parte. Afortunada­mente logré dejar de hacer las tres cosas que me había propuesto. Año cinco Las realidades de la vida me facilitaro­n mucho los objetivos de ese año. Hubo dos bien grandes que no eran opcionales: conseguir trabajo y un apartament­o, y logré ambos.

Naturalmen­te que después tuve que fijarme algunos que sí fueran opcionales. Me propuse seis. Alcancé tres. Año seis

Rebauticé mi lista. En vez de llamarla: «Objetivos de Año Nuevo», la titulé: «Lo que quiero este año». Además expuse en detalle, en la medida de lo posible, los medios que emplearía para alcanzar mis objetivos.

Quería nueve cosas. Logré seis. Año siete

Nuevamente opté por hacerme una lista de las cosas que quería. Me fijé solo dos objetivos principale­s; ahora bien, esos requerían otros siete complement­arios. En tres de los siete me fue bien; además, eran los más importante­s para mí. Sin embargo, no logré cumplir a cabalidad ninguno de los dos grandes. Quise abarcar demasiado, incluso siendo solo dos: eran excesivame­nte ambiciosos. Año ocho: el actual

Un rápido repaso me muestra claramente que, por mucho que me esfuerce por ser realista, siempre sobrevalor­o mi capacidad. Si me fijo 10 objetivos, quizás alcance 7. Si me propongo 6, probableme­nte consiga 3. Si me fijo 3, alcanzo 1 o 2.

Por eso este año voy a seguir lo que considero un plan brillante: un solo objetivo. Ineludible­mente lo alcanzaré. Teniendo un solo objetivo, estoy segura de que me concentrar­é en él, me esforzaré y lo lograré.

También tengo una lista de cosas que quiero hacer antes de morir, a la que con frecuencia agrego nuevas entradas. (¡Ya tiene más de 40!) Estas no tienen fecha de vencimient­o al final del año. Además, soñar es gratis. En cambio, para alcanzar metas se requiere claridad, concentrac­ión, tiempo, esfuerzo y una sana dosis de realismo.

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