Conéctate

EL PALACIO DEL CARTERO

- Joyce Suttin Joyce Suttin es docente y escritora. Vive en San Antonio, EE. UU.

Se llamaba Ferdinand Cheval. Llevó una vida sencilla, prosaica. Nació en 1836 en un pueblito situado al sudeste de Lyon (Francia). Allí asistió al colegio durante apenas 6 años hasta quedar huérfano en la primera etapa de su adolescenc­ia.

En el transcurso de su vida fue campesino, panadero y finalmente cartero. En 1869 solicitó que se le asignara la ruta conocida como la «tournée de Tersanne», lo cual le fue concedido. A partir de ese momento se dedicó a entregar y recoger correo en los pueblos aledaños a Hauterives, hasta su jubilación. Todos los días recorría a pie los 33 km de la ruta. Lo hizo más de 10.000 veces.

Un día, a los 43 años de edad, se topó con una piedra que tenía una forma muy singular. Así describió él el incidente: «Caminaba muy rápido cuando mi pie tropezó en algo que me hizo dar tumbos unos metros más adelante. Quise saber la razón. En un sueño había construido un palacio, un castillo o unas grutas, no lo sé expresar bien. […] No se lo contaba a nadie por temor al ridículo; yo mismo me sentía ridículo. Resulta que al cabo de quince años, en un momento en que casi había olvidado el sueño, en que no estaba pensando en él en absoluto, fue mi pie el que me lo recordó. Mi pie se tropezó con una piedra que casi me hace caer. Quise saber qué había sido. […] Era una piedra de una forma tan extraña que me la puse en el bolsillo para admirarla con tranquilid­ad. Al día siguiente volví a pasar por el mismo sitio. Encontré piedras aún más bellas. Las junté allí mismo y quedé embelesado» 1.

A partir de ese día, durante su habitual recorrido, Ferdinand fue apartando piedras que luego recogía cuando volvía a su casa. Con ellas comenzó a construir su palacio, al que llamó Palais idéal. Noche tras noche fue poniendo piedra sobre piedra, y edificó un magnífico monumento que cuenta con arcos, torrecilla­s y columnas ornamentad­as.

En 1896, tras su jubilación, Ferdinand pudo dedicarse de lleno a su pasión. En 1912, luego de 33 años de labor, cuando ya tenía 77 años, culminó su palacio. Pero eso no fue todo. Entonces empezó a construir una rebuscada tumba para sí mismo, lo que le tomó otros 8 años y que terminó cuando tenía 86.

Si tu vida te parece rutinaria y se te hace cuesta arriba recorrer cada día interminab­les kilómetros, recuerda la visión que tuvo aquel cartero de un palais idéal y la simple y meticulosa labor de construir un sueño guijarro por guijarro, piedra por piedra. Uno nunca sabe cuáles pueden ser las asombrosas consecuenc­ias de tropezarse con una extraña piedra. Con esos pedruscos con que tropiezas bien puedes crear algo extraordin­ario.

 ?? Foto: El Palais idéal ??
Foto: El Palais idéal

Newspapers in Spanish

Newspapers from International