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PUNTO CIEGO y PUNTO ÓPTIMO

- Curtis Peter van Gorder Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo2. Vive en Alemania.

Al decir punto ciego no me refiero a la zona de la retina por donde el nervio óptico entra en el globo ocular, esa parte que carece tanto de conos como de bastones, lo que nos hace perder la visión en ciertos ángulos. Me refiero a esos momentos de desatenció­n en que no me doy cuenta de algo que tengo delante. El otro día nuestra empresa de eventos calculó que a lo largo de los años hemos perdido equipos avaluados en unos 1.000 dólares por haber dejado bolsas en lugares donde no debíamos. Hace apenas unos días, al volver del gimnasio se me olvidó cerrar la cremallera del bolsillo lateral de mi mochila, donde tenía el teléfono. Ya puedes adivinar lo que ocurrió.

Me pregunté: «¿Por qué me pasa siempre lo mismo?» Me imagino que parte de la solución sería aminorar la marcha, orar más y acordarme de verificar todo dos veces. Probableme­nte tenga que ver también con vivir más en el presente. La vida se compone de un montón de decisiones tomadas a lo largo de 2.400 millones de segundos suponiendo una vida de 78 años. Esas decisiones contribuye­n a determinar lo que nos sucede y lo que logramos. Decidir acertadame­nte es una dificultad continua, y desde luego no es que pretendamo­s dar en el blanco todas las veces. En el fútbol, si un jugador anota en un tercio de los tiros libres que ejecuta, se lo considera bueno.

El punto óptimo es un término que se usa en béisbol para referirse al mejor lugar donde pegarle a la pelota. También se usa en otros deportes y en la expresión artística para aludir a una persona que se desempeña en su máximo nivel. Me ha pasado eso a veces jugando a squash. Hay días en que mi coordinaci­ón, mi nivel de alerta y mi pegada están en perfecta armonía y da la impresión de que nada me puede salir mal.

¿Qué podemos hacer para hallar ese punto óptimo en nuestra vida en que todo funciona de maravilla y está lubricado por el Espíritu de Dios? Un diagrama que vi sugiere que se encuentra en la intersecci­ón de nuestras aptitudes, personalid­ad y experienci­a con nuestros dones espiritual­es y con nuestros valores medulares1.

Es estupendo vivir en el punto óptimo. Aunque a veces la pifiemos y fallemos la pelota, no por eso dejamos de jugar. Cada vez que nos toca batear, podemos rezar: « Ayúdame a darle en el punto óptimo y hacer un jonrón».

1. V. http:// www. christianc­oachinstit­ute.com

/coaching- sweet- spot 2. http://elixirmime.com

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