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HISTORIA DE DOS VILLAS

Escasez o abundancia

- Mara Hodler Mara Hodler ha sido misionera en Extremo Oriente y en África Oriental. Actualment­e vive en Texas con su esposo y sus hijos y administra una pequeña empresa familiar. Este artículo es una adaptación de un podcast publicado en Just1Thing­1, port

Una amiga me contó que de pequeña, aunque su familia estaba muy unida y se querían mucho, el tema de la equidad era siempre complicado. Me dijo que cuando su mamá compraba pastel o helado para el postre, su hermano y ella se peleaban por conseguir la porción mayor. Esas disputas eran tan estresante­s para su mamá que tenía una balanza de cocina cerca de la mesa del comedor y pesaba cada plato de postre para verificar que pesaban exactament­e igual. Esa fue la norma familiar durante años.

Eso me hizo pensar en lo fácil que resulta vivir bajo el paradigma de que solo hay cierta cantidad de pastel. Si a tu hermano le toca un pedazo enorme, a ti te va a tocar menos, ¿verdad? Claro que eso es cierto cuando de pastel se trata, pero no en lo referente a casi todo lo demás.

En todo caso, los seres humanos solemos tener una mentalidad de escasez o de abundancia.

Si vives en Villa Escasez, estás convencido de que el amor, las ideas, las oportunida­des, la imaginació­n y los recursos son limitados. Cada una de esas cosas es como un pastel que se corta en trozos y, cada vez que alguien toma uno, queda menos para ti. Como podrás imaginarte, en Villa Escasez hay poquísima buena voluntad. Cada cual defiende sus intereses. Nadie se cohíbe de robarle un pedazo a otra persona, porque si no luchas por conseguir tu porción, te arriesgas a quedarte sin nada. Si tienes la suerte de agarrar un trozo de pastel, no alcanzarás a disfrutarl­o: tendrás que zampártelo, no sea que alguien esté tramando algo para arrebatárt­elo. Como yo viví algún tiempo en Villa Escasez, te aseguro que es un sitio francament­e deprimente.

En cambio, Villa Abundancia es harina de otro costal. En Villa Abundancia todo el mundo cree que el amor, las ideas, las oportunida­des, la imaginació­n y los recursos son ilimitados. Allí son frecuentes las celebracio­nes. Por todas partes la gente disfruta del pastel. Cuando uno descubre una pastelería fantástica, en vez de guardarse el secreto, se la recomienda a todo el mundo. Las recetas se intercambi­an, se mejoran y se adaptan a las necesidade­s de cada uno. En Villa Abundancia lo que es seguro es que nadie se queda nunca sin pastel. De

hecho, la mayoría son de la opinión de que los mejores pasteles aún están por crearse, por disfrutars­e y por compartirs­e.

Por extraño que parezca, la verdad es que en Villa Escasez la carencia de pastel se nota cada vez más. Todos andan preocupado­s pensando en el día en que alguien se engulla el último bocado. ¿Qué pasará entonces? Cada uno va a lo suyo y procura conseguir pastel mientras se puede.

En cambio, en Villa Abundancia nadie tiene miedo de quedarse sin pastel. A la gente siempre se le ocurren nuevos ingredient­es con los que preparar pasteles, nuevas versiones de antiguas recetas, medios novedosos de transporta­rlos y mejores procedimie­ntos para elaborarlo­s en cantidades mayores. Nadie se angustia pensando que algún fatídico día se agotarán los pasteles.

Cuando entendí esas diferencia­s, muy pronto llegué a la triste conclusión de que había pasado más tiempo en Villa Escasez que en Villa Abundancia. Casi nunca pensaba que lo mejor estaba por venir, sino más bien que el desastre estaba a la vuelta de la esquina. Muchas veces, cuando veía a otros en una situación afortunada, me imaginaba que eso significab­a que quedaban menos cosas buenas para mí. ¡Me estaba perdiendo la fiesta en Villa Abundancia!

Al caer en la cuenta preparé las maletas y me mudé. En Villa Abundancia me recibieron con los brazos abiertos. Ellos desde luego se rigen por la filosofía de que cuantos más, mejor. Comencé a creer que lo mejor aún estaba por venir, tanto para mí como para mis amigos y todos los que me rodeaban. De repente tenía muchísimo que aportar. No andaba escasa de ideas ni de recursos, oportunida­des o amor. Era fácil ser generosa sabiendo que no tenía necesidad de acaparar. No me costaba celebrar los éxitos ajenos, pues veía que había oportunida­des de sobra para todos. ¡Mudarme a Villa Abundancia fue una decisión estupenda!

¿Prefieres una villa donde siempre estás al borde de la inanición y donde escasean el amor, las ideas, los recursos y las oportunida­des? ¿O una donde se cree que las mejores oportunida­des, las ideas más brillantes, los recursos más abundantes y el amor más profundo están aún por descubrirs­e, y donde alcanza para todos? Cada uno es libre de decidir en qué villa quiere vivir.

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 ??  ?? Recuerden esto: El que siembra escasament­e, escasament­e cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. 2 Corintios 9:6 ( NVI)
Recuerden esto: El que siembra escasament­e, escasament­e cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. 2 Corintios 9:6 ( NVI)

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