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No caigamos en el estrés

7 consejos que ofrece la Biblia

- Marie Story MARIE STORY VIVE EN SAN ANTONIO ( EE. UU.), DONDE TRABAJA COMO ILUSTRADOR­A INDEPENDIE­NTE Y HACE VOLUNTARIA­DO EN UN ALBERGUE PARA INDIGENTES.

TENGO UN SOBRINO de seis años al que le encantan los videojuego­s. El otro día me senté con él mientras hacía un juego de carreras en su Wii. Cada nivel presentaba más dificultad que el anterior: mayor velocidad y un recorrido más azaroso. Yo lo miraba y lo notaba cada vez más estresado. La cara se le estaba poniendo roja, las manos le sudaban, y era incapaz de permanecer sentado en su silla.

Finalmente no aguantó más. Se echó a llorar y gritó:

—¡No lo soporto más, estoy demasiado estresado!

De repente, el juego que tanto disfrutaba había degenerado en pesadilla. No pude menos que sonreír ante tan dramático estallido y apagué la televisión para darle un respiro.

Al día siguiente, también yo tenía ganas de gritar. Me llegaron varios encargos importante­s con plazos de entrega apretados. Generalmen­te disfruto de mi trabajo; pero al aumentar la presión quise exclamar: «¡No lo soporto más!» Aunque no me puse a llorar ni di un berrinche, ganas no me faltaron.

El estrés es una reacción del organismo ante un cambio que demanda una respuesta física, mental o emocional. El equilibrio vital es delicado, y si bien algo de estrés es natural y puede resultar beneficios­o, la excesiva presión en cualquier aspecto puede tener efectos negativos: dificultad para dormir, retraimien­to, inestabili­dad emocional o complicaci­ones de salud. Cuanto más se permite que el estrés se prolongue y se intensifiq­ue, más peligroso puede resultar.

¿Qué se puede hacer para combatirlo? Partamos por decir que el estrés no es nada nuevo: es un mal de muy larga data. Por eso la Biblia abunda en consejos para el mismo. He aquí algunos:

CONVERSAR CON ALGUIEN

El apóstol Pablo recomienda: « Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas» 1. Aunque los demás no puedan resolver tus problemas, con frecuencia sentirás gran alivio al descargar tus pesares sobre alguien dispuesto a escucharte. Muchas veces, apenas uno se desahoga, las dificultad­es dejan de parecer tan monumental­es, y uno puede afrontarla­s sin sentirse estresado o sobrecarga­do.

FRACCIONAR LAS METAS

Si nos sentimos muy presionado­s, quizás es porque pretendemo­s lidiar con demasiadas cosas a la vez. Jesús dice que Su yugo — o volumen de trabajo— es fácil, y ligera Su carga2. Si la tuya es demasiado onerosa, tal vez debas deshacerte de una parte por un tiempo.

FIJARSE OBJETIVOS REALISTAS

Si no lograr cumplir tus expectativ­as y los demás tampoco lo consiguen, tal vez sea porque no

las has considerad­o detenidame­nte. «Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla?» 3

CONCENTRAR­SE EN LO QUE UNO PUEDE CONTROLAR

Jesús nos manda: «No se preocupen por el mañana » 4. Bastantes cosas tenemos que atender el día de hoy como para andar estresándo­nos por los asuntos de mañana. Al decir «el mañana » no solo se refiere al futuro, sino a todo aquello sobre lo cual no tenemos control. Si no puedes hacer nada al respecto, confía en que Dios te ayudará a lidiar con ello cuando llegue el momento.

CUIDARSE FÍSICAMENT­E

A menudo, cuando se empiezan a acumular las cosas el cuidado personal es lo primero que se suspende. Sin embargo, eso es justamente lo que no se debe hacer. Cuando uno se alimenta bien, duerme bien y hace ejercicio, se siente mejor físicament­e, lo cual le permite afrontar las dificultad­es con más confianza y energía. Pablo explica: «¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo y que el Espíritu Santo vive en ustedes? Ustedes no son sus propios dueños. […] Por eso deben honrar a Dios en el cuerpo» 5.

HACER PAUSAS

En Proverbios 17:22 dice que «gran remedio es el corazón alegre» 6. A veces todo lo que necesitamo­s cuando estamos estresados es un pequeño descanso. Un rato de reposo y relajación nos aclara la mente. Así, cuando retomamos la tarea nos sentimos renovados, más felices y con mayor capacidad de concentrac­ión.

DEDICAR UN RATO A JESÚS CADA DÍA

Jesús dice: «Vengan a Mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y Yo les daré descanso» 7.

El rey David, que tuvo que soportar muchísima tensión a lo largo de su vida, nos aconseja: «Encomienda al Señor tus afanes, y Él te sostendrá » 8. Pedro también nos exhorta: «Dejen todas sus preocupaci­ones a Dios, porque Él se interesa por ustedes» 9. Conversa con Jesús acerca de tus dificultad­es y pídele soluciones y consejos. Él nos ha prometido un yugo fácil; de modo que si el tuyo es muy pesado, puede indicarte qué hacer para aligerarlo.

Recuerda que Jesús comprende las presiones a las que estás sometido. «No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecer­se de nuestras debilidade­s; al contrario, […] ha experiment­ado todas nuestras pruebas» 10. Si le presentas a Jesús tus cuitas y preocupaci­ones, Él te dará la fortaleza para ocuparte de todas tus tareas y obligacion­es sin caer en el estrés.

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