Conéctate

COMUNICACI­ÓN CON DIOS

- Keith Phillips 1. 2 Corintios 3:18 ( NVI) Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la versión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE. UU.

«Dios encuentra formas de comunicars­e con quienes de veras lo buscan — escribe Philip Yancey, autor de obras cristianas—, sobre todo cuando bajamos el volumen de las interferen­cias del entorno». Cerca de 300 años antes, Isaac Newton hizo el mismo descubrimi­ento, que explicó de la siguiente manera: «Tomo mi telescopio y observo en el espacio cuerpos celestes que se encuentran a millones de millas de distancia. Pero también puedo dejar a un lado mi telescopio, retirarme a mi alcoba y, en oración ferviente, acercarme más a Dios y al Cielo que si contara con todos los telescopio­s […] que hay en la Tierra ».

Unas palabras de Virginia Brandt Berg llevan aún más lejos este concepto: «Cuando te desentiend­es de las cosas temporales que te distraen y te hostigan y, en presencia de Dios, te concentras en lo celestial, en Su majestad y Su gloria, empieza a obrar en ti Su poder transforma­dor ».

Eso explica quién nos transforma, cuándo, por qué y cómo; pero no en qué nos transforma­mos. Eso es lo mejor de todo. El apóstol Pablo se encarga de aclararlo: «Todos nosotros, que con el rostro descubiert­o reflejamos como en un espejo la gloria

Creemos en un Dios que crea libremente el mundo y lo ordena y hermosea para que las mentes humanas reconozcan en lo que Él ha hecho las señales de Su poder, Su gracia y Su encanto. Creemos en un Dios que desea darse a conocer, ya que ha dispuesto que los seres humanos hallen paz y alegría mediante Su conocimien­to. Creemos en un Dios que no solo pone señales de Su poder en la creación, sino que nos comunica la voluntad y el propósito que tiene para nosotros: nos muestra qué clase de vida debemos llevar para estar en paz con Él, una vida de justicia y veracidad, de misericord­ia y dominio propio. Rowan Williams (n. 1950)

del Señor, somos transforma­dos a Su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu» 1.

Ahora bien, si la reflexión silenciosa puede producir tales resultados, ¿por qué no la practicamo­s con más asiduidad? Las más de las veces se debe a las «interferen­cias del entorno». Nos distraemos con nuestras obligacion­es y actividade­s habituales, el ajetreo que nos rodea, la permanente riada de informació­n que nos inunda, el mundo del espectácul­o y, por supuesto, nuestros propios pensamient­os. Además, acceder a la presencia de Dios demanda un esfuerzo, particular­mente cuando no nos hemos hecho el hábito.

¿Cómo se adquiere el hábito? Hay que tener suficiente motivación y practicarl­o regularmen­te. Y ¿qué mejor día para empezar que hoy?

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