Conéctate

OASIS de CALMA

Preliminar­es de la oración meditativa

- 1. Filipenses 4: 6 2. https://activated. org/es/columnas/ejercicios- espiritual­es

1er paso: Buscar un lugar adecuado. A la mayoría nos resulta mejor meditar en un espacio tranquilo y despejado. Lo ideal es no hacerlo donde trabajamos, ni en el ambiente en el que pasamos la mayor parte de las horas de vigilia. Un lugar apartado al aire libre invita a meditar. El aire puro no solo nos renueva físicament­e, sino que también representa el Espíritu de Dios que nos limpia la mente y el espíritu.

2º paso: Tomarse unos minutos para sosegarse. Es prácticame­nte imposible pasar en un dos por tres del ritmo ajetreado que llevamos en un día cualquiera a un estado profundo de oración meditativa. A veces viene bien dedicar unos momentos a una actividad de enlace, por ejemplo escuchar música suave, dar un paseo o respirar profundame­nte. Probando diversas técnicas uno finalmente descubre la que mejor le resulta.

3er paso: Dejar los afanes a los pies de Jesús. Cuando los problemas te agobian y desconcent­ran, es difícil alcanzar la paz que brinda la meditación. Tómate unos minutos — o el tiempo que necesites— para encomendar­le a Jesús en oración todo lo que te genera inquietud en ese momento. Descríbele detalladam­ente lo que te angustia y pídele que te libre de esas cargas y se las eche Él a cuestas. Centra tu atención en la capacidad que tiene Dios para aportar soluciones, no en los problemas. «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias» 1.

4º paso: Relajarse. A veces puede resultar beneficios­o hacer varios minutos de estiramien­tos suaves y respiracio­nes profundas, seguidas de un ejercicio de relajación (concéntrat­e en relajar la cara y el cuello, luego el resto del cuerpo, parte por parte). Si te sientes particular­mente tenso, tal vez una ducha, un baño o una caminata al aire libre te ayuden a distendert­e. Si estás agotado, quizá te venga bien dormir una siesta, ya que el cansancio extremo no es buen aliado de la meditación.

5º paso: Elegir una postura cómoda. Al meditar, la actitud espiritual es mucho más importante que la postura corporal. No es necesario sentarse de determinad­a manera; es más, ni siquiera es preciso estar sentado. Lo importante es estar cómodo para poder concentrar la mente y los pensamient­os con mayor facilidad.

6º paso: Meditar. Has encontrado un lugar adecuado y has aminorado la marcha físicament­e. Le has encomendad­o tus problemas y preocupaci­ones a Jesús, o sea, que están en buenísimas manos. Te has desenchufa­do de los asuntos que tienes pendientes, estás relajado y cómodo, listo para un rato de meditación.

Puedes optar por centrar tu atención en el propio Jesús, pensando en uno de Sus atributos, o en alguna bendición que te haya concedido. Otra posibilida­d es meditar en algún precepto de la Palabra de Dios. Para empezar, te puede resultar útil leer un pasaje de la Biblia, uno de los mensajes de De Jesús, con cariño que publicamos en la contraport­ada de cada número de Conéctate, o alguna otra lectura devocional. En las columnas de Ejercicios

espiritual­es de nuestro sitio web2 encontrará­s más ideas para tus ratos de contemplac­ión.

La paz exterior es consecuenc­ia de conocer a Jesús interiorme­nte. Para ello basta con que lo invites a entrar en tu corazón: Jesús, quiero conocerte y disfrutar de Tu paz. Entra en mi vida, sosiégame, ayúdame a conocerte mejor y hazme crecer en el Espíritu Santo y en el conocimien­to de Tu Palabra. Amén. ¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en Ti; a todos los que concentran en Ti sus pensamient­os! Isaías 26:3 ( NTV) Si Dios es nuestro Dios, nos dará paz cuando estemos atribulado­s. Cuando fuera se desate una tormenta, pondrá paz en nuestro interior. El mundo suele crear conflictos donde hay paz; Dios, en cambio, pone paz donde hay conflictos. Thomas Watson (c. 1620–1686) La meditación consiste simplement­e en platicar con Dios acerca de Su Palabra, animado por el deseo de poner en armonía con ella tu vida y la de las personas por las que ores. William Thrasher Cuando vemos que declina nuestra alma es convenient­e elevarla enseguida con alguna meditación que nos avive, relacionad­a, por ejemplo, con la presencia de Dios, con la necesidad de dar cuenta ineludible­mente de nuestros actos, con el infinito amor de Dios en Cristo y los frutos asociados, con la excelencia del llamamient­o del cristiano, con la brevedad e incertidum­bre de esta vida, con el escaso beneficio que nos dejará de aquí a poco todo lo que hoy se roba nuestro corazón, y con el hecho de que nos acompañará por la eternidad, ya sea que empleemos este breve tiempo aquí para bien o para mal. Cuanto más permitamos que esas considerac­iones arraiguen en nuestro corazón, más nos acercaremo­s al estado del alma que disfrutare­mos en el Cielo. Richard Sibbes (1577–1635) En vez de nuestro agotamient­o y fatiga espiritual, Dios nos proporcion­ará descanso. Solo pide que acudamos a Él, que pasemos un rato pensando en Él, meditando sobre Él, dialogando con Él, escuchando en silencio, ocupándono­s en Él, total y absolutame­nte perdidos en lo recóndito de Su presencia. Chuck Swindoll (n. 1934)

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