PRENDE TU LUZ
Conocí a Marina hace casi 20 años en un taller organizado por una ONG japonesa para refugiadas bosnias. Era cálida y amigable, y sin lugar a dudas le daba un toque original y artístico al evento, aunque no hacía más que ayudar a las participantes a preparar unas simples tarjetas de presentación. Unos años más tarde acompañó a esas mismas mujeres cuando viajaron a Italia en dos buses como parte de un programa de intercambio. Fue entonces cuando descubrí su veta humorística. Siempre estaba animando el ambiente con sus chistes, canciones y risa contagiosa.
Más tarde me enteré de que tenía problemas matrimoniales, y al entrar su vida en una fase tumultuosa comenzó a visitarnos más seguido en busca de consuelo, oración y solaz espiritual. En muchas ocasiones las lágrimas le bañaban el rostro, y su carácter alegre quedó opacado por la tristeza y la desesperación. Para colmo comenzó a librar una batalla contra el cáncer de mama.
Con el tiempo advertimos que cada año desaparecía unos días durante la temporada de Carnaval, un acontecimiento importante en nuestra ciudad. En cierta ocasión mi marido se topó con ella en un desfile. Iba disfrazada de payasa y lucía una gran sonrisa. La siguiente vez que vino a visitarnos le dijo:
—Te vi disfrazada de payaso, y me pareció genial. No solo alegrabas a los demás, sino que se te notaba radiante como no te había visto en bastante tiempo. Tienes un don de Dios. ¿Por qué no haces risoterapia con nosotros? Te aseguro que te va a cambiar la vida.
Aceptó el reto, y su vida cambió radicalmente. Comenzó a participar en las actividades de risoterapia y a formar a jóvenes voluntarios. Además montó una empresa que organiza fiestas de cumpleaños y demás. Ha aparecido en la televisión y los periódicos de la ciudad. Todo el mundo la conoce y está encantado con ella. A veces se enferma o se cansa, y es comprensible, aunque nunca por mucho tiempo. Como ella misma dice:
— Bastan unos días en casa para que empiece a entristecerme y me encierre en mí misma. Tengo que ponerme el disfraz de payasa, salir, transmitir alegría y hacer feliz a alguien. Esa es la mejor cura para mis males. Anna Perlini es cofundadora de Per un Mondo Migliore1, organización humanitaria activa en los Balcanes desde 1995.