UN CAMBIO PAR A BIEN
Era uno de esos días en que me enojaba por cualquier cosa. Andaba triste, irritable, haciendo aspavientos por molestias insignificantes, y no paraba de imaginarme todo tipo de consecuencias o repercusiones negativas. Sin embargo, el día tenía que seguir su curso. Había mucho que hacer, plazos que cumplir, y parte de mi trabajo consistía en reunirme con otras personas y animarles la jornada. ¿Te has visto alguna vez en una situación así?
Entonces decidí que mi actitud tenía que cambiar. Me acordé de que había visto en YouTube1 una charla de Joseph Grenny. En ella describe uno de los peores barrios marginales 1. https:// www.youtube. com
/ watch? v= 6T9TYz5Uxl0 2. Para mayor información sobre estas seis fuentes de influencia, véase http://sourcesofinsight . com/six- sources- of- influence de Nairobi, donde viven muchachas adolescentes que, para sobrevivir, se ven obligadas a prostituirse por unos centavos. Grenny explica que hay una organización benéfica que logra transformar la vida de esas chicas.
Seguidamente enumera seis grandes fuentes de influencia en la psiquis y el comportamiento humano: la motivación personal (hacer deseable lo indeseable); la habilidad o destreza personal (sobrepasar nuestros límites); la motivación social (explotar la presión grupal); la habilidad social (la unión hace la fuerza); la motivación estructural (establecer premios y exigir rendición de cuentas) y la habilidad estructural (cambiar el entorno) 2.
Esa obra asistencial de Kenia aprovecha todas esas fuentes de influencia para cambiar la vida de muchísimas mujeres de los barrios bajos. Mientras reflexionaba sobre la charla, decidí que además de aplicar esos principios al trabajo que realizo —también relacionado con una labor de beneficencia y con ejercer una influencia positiva en los demás—, podía aplicármelos a mí misma y al cambio de actitud que deseaba.
Estaba harta de mi lastimoso estado anímico, por lo que motivación no me faltaba.
¿Habilidad? Me di cuenta de que meterme de lleno en una actividad muy absorbente — como ayudar o escuchar a alguien, participar en un proceso creativo o escribir un diario de agradecimiento— me serviría para disipar los sentimientos momentáneos de pesar y negatividad y despejar los nubarrones que me ofuscaban. Por ejemplo, el día de Navidad, cuando suelo deprimirme al ponerme a pensar en lo que no tengo, colaboré como voluntaria en un centro de acogida para indigentes. Allí conocí y escuché a personas de cinco países, con pintorescas historias y desgarradoras vivencias. No exageraría si dijera que