UN COMPROMISO ANUAL
Un día, hace unos tres años, mi padre invitó a sus cinco hijos —todos ellos casados y con hijos propios— a acompañarlo a él y a mi madre en un viaje a Tierra Santa. Él ya tenía 85 años y llevaba varios sin viajar ni volar. Hasta ese momento creo que se sentía viejo. Tenía aprensiones y miedos, y en cierto modo había cerrado ese capítulo de su vida. Sin embargo, aquel día algo cambió. Por una parte fue por su deseo de volver a visitar los lugares que conoció su amado Jesús, y por otra por sus ansias de hacer un viaje con su familia, algo que no hacíamos desde que éramos muy jóvenes.
No tuvo que torcernos el brazo para que accediéramos. En los meses que precedieron al viaje, los siete nos reunimos para preparar el itinerario y los detalles. Mi padre 1. http:// www. perunmondomigliore. org se puso a investigar y dio con una guía turística personalizada para los nueve días que estaríamos en Israel, Palestina y Jordania. A todos se nos encargó alguna tarea: mi padre sería el patriarca; mi madre, la enfermera y administradora de vitaminas; uno de mis hermanos se haría cargo de llevar un diario; otro se ocuparía de los asuntos prácticos; una de mis hermanas sería la tesorera, y la otra aportaría los conocimientos históricos. Dado que yo hablo inglés, me asignaron el papel de intérprete.
Hubo mucha efervescencia y expectación hasta la mañana en que abordamos el vuelo. Aquellos nueve días fueron mágicos, una experiencia inolvidable, con vistas increíbles, aventuras inesperadas, largas conversaciones profundas y mucha diversión. Aunque no siempre hemos sido una familia en la que reinaran la concordia y la armonía, los años nos han dado sensatez y empatía. Pudimos hablar del pasado con afecto y ternura, y hasta con un toque de humor. Regresamos de aquel viaje enriquecidos y sin duda más unidos.
Desde entonces, todos los años hacemos un viaje en familia, ninguno tan largo o complicado como aquel, pero todos únicos. Por muy ajetreados que estemos, sabemos que ese es uno de los compromisos más importantes que tenemos.
Ahora mis hijos esperan con ilusión el día en que mi marido y yo hagamos un viaje de ese tipo con ellos. Algunos parientes y amigos también han comenzado a hacerlo.