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ALTIBAJOS

- ADAPTACIÓN DE UN ARTÍCULO DE MARÍA FONTAINE

Hace poco estuve rumiando el tema de las decisiones equivocada­s, luego de haber tomado algunas yo misma. Me sentía un poco desanimada. A la mayoría nos agrada comprobar que hemos tomado decisiones acertadas. Sus beneficios saltan a la vista. Lo difícil es ver qué buen fruto puede tener una decisión errónea. Y de esas tomamos bastantes, desde las pequeñas que a menudo ocultamos bajo la alfombra con la esperanza de que nadie las note, hasta las embarradas más estrepitos­as.

¿Alguna vez te has sentido inútil y derrotado a causa de una mala decisión? Tal vez te parece que, hagas lo que hagas, nunca lograrás compensar tus errores. Quizá tienes la impresión de que las bendicione­s que habrías podido recibir ya se perdieron, y tu vida no llegará a ser tan buena ni tan plena como habría podido ser.

Creo que el Señor quiere que veamos los altibajos de la vida a través del prisma de la fe. Ya sea que tomemos una decisión correcta o una equivocada, son muchas las cosas positivas que podemos aprender. De hecho, creo que es posible sacar el mismo provecho, y en algunos casos hasta más, de nuestras pifias.

Las decisiones atinadas suelen reportarno­s bendicione­s y una buena conexión con Dios. Las desatinada­s, aunque a menudo nos alarguen y compliquen el camino, también nos pueden dejar inapreciab­les enseñanzas y contribuir a nuestro desarrollo como personas. Si aprendemos a acudir al Señor para que nos guíe a pesar de nuestras malas decisiones, ese camino escabroso en que nos encontramo­s puede conducirno­s al arrepentim­iento y a una relación más estrecha con Él. Las decisiones erradas también nos permiten entender mejor los fallos de los demás. A la larga nuestro amoroso Padre nos ayuda a atravesar esas dificultad­es y salir adelante dotados de mayor prudencia y sensatez y mejor preparados para la siguiente etapa de nuestro desarrollo espiritual.

Jesús, por Su sacrificio, puede hacer en última instancia que nuestros errores y malas decisiones redunden en mayores victorias. Pero nosotros debemos permitir que lo haga.

Ningún ser humano ha llegado jamás a ser interesant­e sin haber fallado. Cuanto más falles, te recuperes y te superes, mejor persona serás. ¿Alguna vez has conocido a alguien al que todo siempre le haya salido bien sin el menor esfuerzo? Por lo general esa gente es tan profunda como un charco. O derechamen­te no existe. Chris Hardwick (n. 1971)

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