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PARA DIOS SOY UNA CELEBRIDAD

- Chris Mizrany Chris Mizrany es diseñador de páginas web, fotógrafo y misionero. Colabora con la fundación Helping Hand en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

Mi hija Kristen es una celebridad. Lo ha sido desde que nació. Mi mujer y yo estamos pendientes de cada movimiento que hace y documentam­os sus humores, gestos y acciones. Hablamos mucho de ella y contamos anécdotas sobre sus graciosas costumbres y sus gustos más recientes. Le brindamos apoyo, nos preocupamo­s de ella y nos esforzamos por que no se haga daño. Disfruta de toda nuestra atención, aun en plena noche. Cada día amanecemos ansiosos por ver qué se le ocurrirá. Su risa siempre nos hace sonreír, y sus lágrimas nos estimulan a remediar lo que sea que la está afectando. Para nosotros es sensaciona­l.

Con todo, Kristen tiene sus malos momentos. Por ejemplo, tenemos conflictos a la hora de comer y de dormir, y a veces toca algún objeto prohibido. Nosotros le enseñamos a expresar lo que quiere con claridad y no a gritos, la premiamos cuando hace progresos y a veces la penalizamo­s cuando se porta mal. No es perfecta ni mucho menos, pero es nuestra, y la adoramos.

Y ¿sabes una cosa? Yo soy una celebridad para Dios. A pesar de todos mis defectos, Su paternal corazón se goza conmigo. Está pendiente de cada movimiento mío y observa emocionado mis ocurrencia­s. Me envía mensajes alentadore­s por medio de Su Palabra y me protege cuando me enfrento a las complejida­des del mundo. Es justo y me enseña por medio de las consecuenc­ias que tienen mis decisiones­1. Él se sacrificó para manifestar­me amor eterno y está dispuesto a escuchar mis peticiones en todo momento y lugar2. Las recompensa­s que ofrece no tienen precio y son para siempre. Aunque parezca mentira, soy uno de Sus hijos predilecto­s, y tú también3.

En un mundo en el que disponemos de múltiples opciones para permanecer en estrecha comunicaci­ón con las personas a las que queremos o en las que tenemos algún interés, es reconforta­nte saber que Dios no necesita redes sociales, ni una columna en una revista, ni una verificaci­ón de estado para entenderno­s. Nos conocía desde antes que fuéramos concebidos, y nos mantendrá siempre unidos a Él. Nos considera especiales y tiene un plan para cada uno de nosotros. Así como mi hija me derrite el corazón cada vez que me dice «papá», nuestro Padre se conmueve cuando clamamos a Él4. Poco importa que no te sientas valorado; para Él eres sensaciona­l.

1. V. Proverbios 3:11,12 2. V. Lucas 12: 29–31; Mateo 7:11 3. V. 2 Corintios 6:18 4. V. Gálatas 4: 5–7

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