PARA DIOS SOY UNA CELEBRIDAD
Mi hija Kristen es una celebridad. Lo ha sido desde que nació. Mi mujer y yo estamos pendientes de cada movimiento que hace y documentamos sus humores, gestos y acciones. Hablamos mucho de ella y contamos anécdotas sobre sus graciosas costumbres y sus gustos más recientes. Le brindamos apoyo, nos preocupamos de ella y nos esforzamos por que no se haga daño. Disfruta de toda nuestra atención, aun en plena noche. Cada día amanecemos ansiosos por ver qué se le ocurrirá. Su risa siempre nos hace sonreír, y sus lágrimas nos estimulan a remediar lo que sea que la está afectando. Para nosotros es sensacional.
Con todo, Kristen tiene sus malos momentos. Por ejemplo, tenemos conflictos a la hora de comer y de dormir, y a veces toca algún objeto prohibido. Nosotros le enseñamos a expresar lo que quiere con claridad y no a gritos, la premiamos cuando hace progresos y a veces la penalizamos cuando se porta mal. No es perfecta ni mucho menos, pero es nuestra, y la adoramos.
Y ¿sabes una cosa? Yo soy una celebridad para Dios. A pesar de todos mis defectos, Su paternal corazón se goza conmigo. Está pendiente de cada movimiento mío y observa emocionado mis ocurrencias. Me envía mensajes alentadores por medio de Su Palabra y me protege cuando me enfrento a las complejidades del mundo. Es justo y me enseña por medio de las consecuencias que tienen mis decisiones1. Él se sacrificó para manifestarme amor eterno y está dispuesto a escuchar mis peticiones en todo momento y lugar2. Las recompensas que ofrece no tienen precio y son para siempre. Aunque parezca mentira, soy uno de Sus hijos predilectos, y tú también3.
En un mundo en el que disponemos de múltiples opciones para permanecer en estrecha comunicación con las personas a las que queremos o en las que tenemos algún interés, es reconfortante saber que Dios no necesita redes sociales, ni una columna en una revista, ni una verificación de estado para entendernos. Nos conocía desde antes que fuéramos concebidos, y nos mantendrá siempre unidos a Él. Nos considera especiales y tiene un plan para cada uno de nosotros. Así como mi hija me derrite el corazón cada vez que me dice «papá», nuestro Padre se conmueve cuando clamamos a Él4. Poco importa que no te sientas valorado; para Él eres sensacional.
1. V. Proverbios 3:11,12 2. V. Lucas 12: 29–31; Mateo 7:11 3. V. 2 Corintios 6:18 4. V. Gálatas 4: 5–7