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UN CORAZÓN DICHOSO

- Marie Alvero Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE. UU.

Invita a Jesús, el dador de esperanza, a estar siempre a tu lado. Se lo puedes pedir con esta sencilla oración: Amado Jesús, creo en Ti y te invito a formar parte de mi vida. Te ruego que me ayudes a amarte y a ser una persona más feliz y agradecida. Amén.

Para nosotros, los seguidores de Cristo, vivir agradecido­s debería ser nuestra configurac­ión predetermi­nada, teniendo en cuenta que Jesús murió para redimirnos de toda una eternidad separados de Dios. Eso debería darnos alas y aguante para superar y considerar intrascend­ente todo aquello que sea un plomo y nos impida volar. Yo, sin embargo, caigo en reacciones desagradec­idas por cuestiones como el tráfico, el desorden, el estrés, la escasez de una cosa y el exceso de otra… En fin, ya sabes cómo es.

Así y todo, sé que en el panorama global los detalles cotidianos importan poco, y aspiro a tener gozo en mi alma. Permíteme que te refiera tres aspectos en los que me he venido concentran­do con el fin de tener reacciones y actitudes más positivas.

Agradecer hasta lo más nimio

Estoy aprendiend­o a fijarme en las cositas que generan alegría. La lista es kilométric­a: el amanecer, una deliciosa taza de café, el aire fresco de la mañana, la risa de los niños, los fuertes brazos de mi marido, un buen libro, mi almohada y un largo etcétera. He descubiert­o que armarme de una larga lista de pequeñas alegrías es de lo más eficaz para amortiguar el impacto de algunos de los ladrillos que me lanza la vida.

No contar con ningún desenlace en particular

Esto no es nada fácil. Ha habido ocasiones en que estaba convencida de que una situación debía resolverse de cierta manera; pero había en juego factores que estaban fuera de mi control. Generalmen­te me cuesta decir: «Pase lo que pase estaré agradecida ». Al fin y al cabo, ¿quién quiere estar agradecido por un mal diagnóstic­o o una solicitud de trabajo rechazada? No obstante, he aprendido que mi gratitud no debe basarse en el resultado, sino en el hecho de que Dios es bueno. Siempre. Aun cuando yo no alcance a comprender Su bondad.

Hacer memoria de la bondad de Dios

Pese a todo lo que me he preocupado, pese a todos los aprietos en que he estado y todas las experienci­as penosas que me ha tocado vivir, ¿acaso no he salido bien librada de todo ello? Jamás me he visto en una situación de la que no me pudiera rescatar el amor de Dios. El apóstol Pablo dijo: «Si tenemos paciencia, nuestro carácter se fortalece y con un carácter así, nuestra esperanza aumenta » 1. Cuando me detengo a hacer memoria de la bondad divina, esa verdad me invade el alma, y recobro una actitud más agradecida.

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1. Romanos 5: 4 ( PDT)

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