DALE LOS PEDAZOS ROTOS DE TU VIDA
Yo pensaba que tenía la vida resuelta. Tenía un marido amoroso, cuatro niños preciosos y una labor gratificadora como cooperante. Nos habíamos trasladado a Indonesia para colaborar en un taller protegido para niños discapacitados, bajo el patrocinio del Consejo Internacional de Bienestar Social. Para nosotros era un placer vivir aquella experiencia.
Sin embargo, después del nacimiento de mi quinto hijo las cosas tomaron un giro distinto. Comencé a tener pesadillas y una depresión que ensombreció todos los aspectos de mi vida. Al cabo, mi matrimonio se fue al traste.
Por aquella época trabé amistad con otras madres expatriadas. Eran cristianas. No solo me abrieron sus puertas y sus vidas, sino que además rezaron por mí y me orientaron con la Palabra de Dios.
Con el apoyo que me dieron comencé a encontrar respuestas en la Biblia. Un día, mientras leía, las
«No temas, ya no vivirás avergonzada. No tengas temor, no habrá más deshonra para ti. Ya no recordarás la vergüenza de tu juventud ni las tristezas de tu viudez.
»Pues tu Creador será tu marido […]. Él es tu Redentor.
»Yo les enseñaré a todos tus hijos, y ellos disfrutarán de una gran paz» 1.
Aunque ese pasaje se escribió hace miles de años, de algún modo sentí que Dios se dirigía a mí en particular. No entendí perfectamente todos los versículos, pero me sentí reconfortada al leerlos una y otra vez.
Aquello representó para mí un punto de inflexión. Poco después mis sueños tristes desaparecieron por completo, y por primera vez en meses pude dormir plácidamente. Mis días también eran más felices, y mi enfoque, más positivo. Seguí viviendo en el Sudeste Asiático, donde crié a mis cinco hijos, que ahora ya han crecido, están casados y
Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque Él cuida de ustedes. 1 Pedro 5:7 ( NTV) En la noche más oscura aférrate a la certeza de que Dios te ama, de que siempre tiene un consejo para ti, una senda que puedes recorrer y una solución para tu problema. Experimentarás entonces aquello que crees. Dios nunca defrauda a los que confían en Él. Basilea Schlink (1904–2001)