UNA REFLEXIÓN FRUCTÍFERA
EL OTRO DÍA pasé un rato muy entretenido con mi nieta de 10 años hablando de fruta. Acabábamos de leer los versículos de Apocalipsis 22 acerca del árbol de la vida, que da 12 tipos de fruto: «Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones».
1 Intentamos imaginar qué frutos serían esos. Demás está decir que no podían faltar nuestras frutas preferidas. Nos reímos pensando en lo increíble que debe de ser el árbol de la vida, ¡capaz de producir cocos, manzanas, duraznos, mangos y papayas en las mismas ramas!
Me puse a pensar en lo genial que es que Dios nos dé algunas vislumbres del Cielo que nos motivan a esperarlo con ansias.
—¿Hay otros versículos sobre el árbol de la vida? —me preguntó Emily.
Inspiradas por su pregunta, hicimos una búsqueda y encontramos unos cuantos versos sobre el tema. Además de aparecer en el Apocalipsis —el último libro de la Biblia—, también figura en el Génesis, el primero. En dicho libro el árbol de la vida se encuentra en el Huerto del Edén, junto con el árbol del conocimiento del bien y el mal.
2 La Biblia contiene muchos versos alentadores sobre el Cielo. Nos da muchos motivos para aguardarlo con expectación. Para cada uno de nosotros las recompensas celestiales pueden tener un sentido muy diferente. Para Emily entraña poder comer su fruta preferida cuando quiera. Lo cierto es que Dios ha prometido esas recompensas especiales a cada persona que reconoce en Jesús a su Salvador.
Aunque en nuestra vida cristiana enfrentamos épocas difíciles, Dios nos llamó a ser luchadores y vencedores. También nos dio muchas promesas alentadoras sobre los premios y bendiciones que nos aguardan.