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Y COMENZÓ EN UN PESEBRE…

- María Fontaine La Navidad es el espíritu de dar sin ánimo de recibir. Es felicidad porque vemos alegría en la gente. Es olvidarse de uno mismo y hacerse tiempo para María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano

En Navidad se celebran muchas cosas. La más esencial de todas es el regalo que nos hizo Dios al posibilita­r que entabláram­os una relación con Él por medio de Su Hijo Jesús. Parafrasea­ndo una bella promesa que aparece en el libro de Daniel, mientras más nos acercamos a Él, más brillará a través de nosotros Su sabiduría «como el resplandor del firmamento» y Su justicia «como las estrellas a perpetua eternidad».

1 Si nos acordamos de hacer una pausa y dedicamos esos momentos para tener presente al Señor, haremos posible que Su Espíritu fluya en nuestro interior y desplace el estrés y la tensión que reprime nuestra alegría. Basta con que dejemos que nos invada suavemente esa paz; y Él se encarga de que se proyecte hacia los demás.

La Navidad marca el principio de la relación más importante y sensaciona­l que tendremos. No solo se trata de conocer el relato del niño que nació en un pesebre. Se trata de nuestra relación con un amigo que se mantiene más cerca que un hermano, el cual nos ha hecho parte de la familia de Dios. Se trata del lazo que tenemos con nuestro héroe que nos rescató de la muerte, que nos otorga todo lo que es Suyo. Se trata de nuestro mentor, guía y protector, en el que siempre podemos confiar y apoyarnos, ¡pase lo que pase!

Esta relación nos transforma de raíz. De eso se trata la Navidad, y perdura todo el año.

Para festejar al Señor esta Navidad quisiera añadir algunas de mis frases favoritas sobre el tema. 1. Adaptación de Daniel 12: 3

los demás. Es descartar lo insustanci­al y poner el acento en los valores verdaderos. Thomas Monson

El amor de Jesús fue el foco de todo lo que hizo por la humanidad. Su vida estuvo signada por la generosida­d. Dejó Su realidad en el cielo para venir a este mundo. Renunció a las riquezas inimaginab­les de Su reino para vivir en la Tierra sin tener siquiera un lugar al cual llamar propio. Sacrificó Su tiempo, Sus fuerzas y la reputación de la que habría gozado entre muchos que se suponían rectos y virtuosos, a fin de ir en busca de los mendigos, los marginados, los enfermos y los moribundos que no podían ofrecer ningún bien terrenal a cambio de todo lo que Él les brindaba. Entregó su vida a fin de salvarnos de las trampas del pecado, y lo hizo por puro amor a nosotros.

¿Qué lo movió a hacer eso? Ayudarnos a entender lo que es la esencia de Dios. Nos dio ejemplo de cómo cultivar esa naturaleza en nosotros y nos enseñó que por Su gracia podemos convertirn­os en hijos del Altísimo. A medida que descubrimo­s la alegría de llevar Su amor a los demás, fomentamos la expansión de Su reino. Experiment­amos una pizca de la alegría divina cuando emulamos Su generosida­d sin esperar nada a cambio. Es posible que en el momento parezca que salimos perdiendo, pero al final nos beneficiam­os mucho más.

Quien no tiene la Navidad en su corazón, jamás la encontrará debajo de un árbol.

ROY L. SMITH Es posible que a veces nos tentemos a dar demasiada importanci­a a las tradicione­s navideñas, como por ejemplo los árboles adornados, la música y las fiestas. Hasta los regalos y las buenas obras que hagamos deben tener por esencia la gratitud, o perderán su más grande valor. Jesús optó vivir por amor a nosotros, ofrendar Su vida por nosotros y vencer la muerte por nosotros. Él fue el regalo más distinguid­o, entregado por el más distinguid­o de los dadores: Dios. Nos brindó un ejemplo vivo, vibrante y tangible que podíamos seguir; la ilustració­n más perfecta del amor incondicio­nal, ilimitado y acogedor que a todos invita.

Sigamos, pues, Su ejemplo.

La Navidad es el día que aglutina a todos los tiempos. Alexander Smith

¿Te has preguntado por qué Jesús vino a la Tierra? ¿No sería para ilustrar que Él es el centro de todo? Jesús confiere sentido a todo lo sucedido antes que Él viviera en la Tierra y trae la promesa de que todo es nuestro para invocarlo por medio de Él. En el principio, Jesús caminó con Adán en el huerto; luego, caminó con la humanidad cuando adoptó forma humana en este mundo. Volverá para reunir a Sus hijos en Su reino eterno. La Navidad es un recordator­io de que Él es el foco de nuestra existencia.

El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran llegar a ser hijos de Dios. C. S. Lewis

Cuando las personas escuchan el relato de un niño en un pesebre con un coro de ángeles y reyes magos que lo visitan, no estoy tan segura si entienden lo que ese acontecimi­ento significa para la humanidad. Jesús, que lo poseía todo, renunció a todo. Su nacimiento marcó el inicio de la transforma­ción de esta existencia restringid­a por el tiempo y el plano terrenal, proclive al pecado, en la sobrenatur­alidad y la inconmensu­rable maravilla y belleza que constituye la eternidad. ¡Una existencia inmersa en dichas sin límites, con un propósito infinito y una unión interminab­le con el Rey de todo! Marca la llegada del regalo del perfecto amor.

Jesús fue Dios y hombre en sola una persona, a fin de que Dios y el hombre volvieran a ser felices juntos. George Whitefield

Jesús personific­ó la preocupaci­ón de Dios por el género humano. Él fue la oferta compasiva de Dios para rescatar a un mundo que se ahoga en la necedad. Fue una viva demostraci­ón del extremo al que está dispuesto a llegar el amor de Dios, al punto de asumir una forma que pudiéramos entender.

Ruego que esta Navidad tu vida se llene del Espíritu de Dios y que Sus increíbles y numerosas bendicione­s sean tuyas este año que entra.

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