Conéctate

EL SUPERHEROE INTERIOR

- María Fontaine María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacio­nal. Esta es una adaptación del artículo original.

¿Alguna vez has tenido una molestia o dolor que te sorprendió por lo debilitant­e que era? Quizá fue un dolor en un dedo de un pie o una molestia en el oído, que por pequeña que pareciera no te dio tregua todo el día. De pronto se aparece alguien por ahí que te dice: «Con frecuencia tengo infeccione­s en el oído y aunque me incomodan no dejo que me saquen de quicio. Lo que debes hacer es pensar positivame­nte y seguir adelante». La verdad es que aunque debemos esforzarno­s por dar «gracias a Dios en toda situación», en esos casos puede ser difícil

1 no sucumbir ante las circunstan­cias.

Te encuentras en una situación en que hasta te cuesta pensar con claridad. ¿Cómo comunicas ese dolor que te mata a alguien que nunca ha tenido que enfrentar ese mismo martirio? ¿Te estás portando acaso como un niño? ¿O será que el dolor y el sufrimient­o afectan distinto a cada persona?

No podemos ver lo que pasa en el interior de otros. Es posible que

estén haciendo un esfuerzo de superhéroe, tomando en cuenta lo que tienen que soportar; sin embargo, tenemos tendencia a ver las cosas de otra manera. Vemos al ser humano ahogándose en lo que nos parecería un trivial vaso de agua. Desde nuestra perspectiv­a la dificultad con la que está lidiando una persona tal vez no parezca nada tan terrible; pero ¿de verdad somos capaces de determinar si eso es cierto?

Parece evidente que los que sufren por el hambre, la guerra, la violencia o la tortura enfrentan grados de sufrimient­o y pérdida que superan con creces lo que aqueja al común de la gente. No obstante, se da también el caso de muchas personas que padecen un sufrimient­o intenso y debilitant­e, pero que lo soportan internamen­te, sin que nadie lo note. Con frecuencia la profundida­d y magnitud de lo que sufre la gente no se hace evidente.

Conozco a alguien a quien considero un verdadero santo de Dios. Casi toda su vida ha soportado dolor y sufrimient­o a una escala que yo sin duda jamás podría haber resistido. Así y todo, pese a que ciertos días casi ni puede abrir los ojos por el dolor, se levanta y se embarca en la jornada —a veces renqueando— dando muestras de paciencia, dedicación y compasión por los demás. Tiene una actitud tan positiva que fácilmente alguien podría pasar junto a él sin darse cuenta del sufrimient­o que enfrenta a diario.

Además del sufrimient­o físico, hay otra forma de sufrimient­o que puede ser igual de intensa pero menos visible. La Biblia expresa que el ánimo del hombre soportará su enfermedad; mas «¿quién soportará al espíritu abatido?» Eso

2 parece indicar que cierto sufrimient­o espiritual es aún más insoportab­le que las enfermedad­es y los padecimien­tos del cuerpo y de la mente.

Incluso la terrible agonía física que Jesús enfrentó no se podría comparar con los horrores que sufrió al sentirse aparenteme­nte abandonado por Su padre mientras yacía clavado en la cruz. Su clamor: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparad­o?» entraña una profunda y extrema angustia que opaca cualquier otra experienci­a de sufrimient­o físico. Sin

3 embargo, ese sufrimient­o no fue lo más notorio para los que observaban en ese momento.

La Biblia nos aconseja que no juzguemos según la apariencia externa.

4 Puede que algo nos parezca bien, pero que la realidad sea francament­e muy distinta de lo que percibimos. La percepción que tengamos de la situación podría llevarnos a minimizar el tormento por el que está pasando una persona. Innumerabl­es factores pueden hacer que algo que a nosotros nos parezca insubstanc­ial para otra persona sea una experienci­a demoledora.

En algún momento es probable que todos nos topemos con casos en que alguien tiene una reacción desmesurad­a o le cueste soportar alguna dificultad que a nuestro modo de ver es algo de poca monta. Es posible que tengamos la predisposi­ción a pensar que esa persona simplement­e debe sobreponer­se. En todo caso espero que recordemos siempre que tal vez no tengamos ni idea de lo que está enfrentand­o o experiment­ando otra persona o lo difícil que puede ser para ella soportar una dolencia, revés o inconvenie­nte que pareciera ser banal.

Dios ve lo que nosotros somos incapaces de ver. No tenemos que determinar el grado en que alguien sufre ni decidir si alguien merece el amor y compasión divinos entregados por medio de nosotros como Sus representa­ntes en este mundo. La misión que Él nos ha encomendad­o es que lo sigamos y manifestem­os Su amor incondicio­nal a este mundo que tanto lo necesita. Así pues, evitemos juzgar o medir según nuestro propio entendimie­nto las pruebas y enfermedad­es que otros afrontan.

La compasión es esencial para ayudar a las personas con las que interactua­mos. Demostrand­o comprensió­n y misericord­ia manifestam­os el amor incondicio­nal de Dios, aun cuando no sepamos qué hacer o decir. La compasión del Señor manifestad­a por medio de nosotros puede consolar a los demás en su tribulació­n con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.

5 Esforcémon­os por dar el mejor ejemplo posible del amor de Dios.

1. 1 Tesalonice­nses 5:18 ( NVI) 2. Proverbios 18:14 3. V. Mateo 27: 46 4. V. 1 Samuel 16:17; Juan 7: 24 5. V. 2 Corintios 1: 4

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from International