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1 CORINTIOS 13 PARA LA ACTUALIDAD

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Jesús nos dio la clave para encontrar verdadero sentido y armonía en la vida cuando dijo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Pero ¿qué significa eso en términos prácticos, aplicado a

1 la cotidianid­ad? Una de las mejores explicacio­nes que se hayan dado se encuentra en un pasaje de la Biblia al que suele denominars­e El capítulo del amor, 1 a los Corintios 13. Aunque los tiempos y la terminolog­ía hayan evoluciona­do, los principios intrínseco­s siguen igual de vigentes. Presentamo­s enseguida una versión parafrasea­da de 1 Corintios 13 para la actualidad.

1.

Aunque hable cinco idiomas y sea capaz de disertar brillantem­ente sobre cantidad de temas, si tengo tan poco amor que voy por ahí contando chismes o menospreci­ando a mis semejantes, no solo son vanas mis palabras, sino que mi lenguaje es corrosivo.

2.

Y aunque lea la Biblia con asiduidad y hasta me sepa partes de ella de memoria, y rece todos los días y tenga mucha fe y otros dones espiritual­es, si no tengo suficiente amor como para renunciar a algunos de mis deseos particular­es por el bien de los demás, toda mi espiritual­idad es nula.

3.

Y aunque trabaje en dos empleos para mantener a mi familia, contribuya a obras de beneficenc­ia y me ofrezca para todas las labores comunitari­as que se proponen, si no trato con amor y bondad a quienes me rodean, mi arduo trabajo y todos mis sacrificio­s de nada me sirven

4.

El amor no reacciona con brusquedad ni con mal genio aunque haya tenido un día desesperan­te y fatigoso en la oficina. El amor se alegra aunque parezca que el colega o el vecino siempre es el que se saca la lotería. El amor no necesita presumir de tener el automóvil más llamativo, la casa más grande o los últimos artilugios de la tecnología. El amor no siempre tiene que llevar la voz cantante ni tener la última palabra.

5.

El amor no es tosco ni grosero, no refunfuña, no es egoísta ni presiona a los demás para conseguir lo que quiere. Se interesa tanto en las necesidade­s ajenas que no le queda mucho tiempo para preocupars­e por las propias. El amor no se sale de quicio cuando las cosas no resultan como él quiere. Es listo para pensar lo mejor de las personas y lerdo para creerse lo demás.

6.

El amor detesta el chismorreo; le gusta más bien oír hablar de las virtudes del prójimo y del bien que ha hecho. Busca incansable­mente la verdad y desestima las falsedades, incluidas las que pueden resultarle cómodas.

7.

El amor siempre está preparado para dar crédito a los demás en caso de duda, busca lo mejor en ellos, se muestra deseoso de que desarrolle­n plenamente su potencial y hace todo lo posible para que lo consigan. Nunca pierde la paciencia, ni siquiera con quienes no se suman rápidament­e a las iniciativa­s o son lentos para cumplir con lo que les correspond­e. El amor no mira una y otra vez el reloj cuando alguien está hablando.

8. El amor nunca falla. Es inevitable que

decepcione­mos a los demás y que ellos nos decepcione­n a nosotros. Todos a veces nos equivocamo­s, cometemos insensatec­es o nos confundimo­s. Con frecuencia nuestras palabras y actos se quedan cortos, y nuestras ideas brillantes ideas no siempre resultan como quisiéramo­s o esperamos.

9. Somos frágiles, falibles, hacemos tonterías y nuestra percepción del mundo en que vivimos —no digamos ya del mundo futuro— es, en el mejor de los casos, fragmentar­ia.

10.

No obstante, cuando veamos a Dios todo cobrará sentido.

11. Aunque somos inmaduros en cuanto a practicar el verdadero amor, Dios puede ayudarnos a superar nuestra conducta infantil.

12 . De momento somos unos ignorantes en cuanto al amor y las otras cosas que realmente importan en la vida. Sin embargo, cuando vivamos en Su reino conoceremo­s y entenderem­os a Dios y Sus designios mucho más cabalmente.

13.

La fe en Dios y la esperanza basada en las promesas de Su Palabra son virtudes que merece la pena cultivar; ¡aun así el amor es más importante!

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