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Haitianos temen ser arrestados
Marie Chickel ha pasado la noche con miedo. Echada en el suelo sobre cartones mientras vigilaba el sueño de sus gemelos de 10 años, esta migrante haitiana no pudo dormir temerosa de que una redada ponga fin a su viaje y la separe de sus hijos.
“Estuve escuchando que la migración va a llegar aquí y por eso no pude dormir. Si la inmigración me encontrase aquí no sé a dónde puedo ir”, dice la mujer de 45 años.
El rumor se esparció rápidamente durante la madrugada del miércoles dentro del parque Braulio Fernández de Ciudad Acuña, el vasto terreno que cientos de haitianos como Chickel han convertido en un improvisado refugio, separado de territorio estadounidense solamente por el cauce del río Bravo.
Para llegar hasta ahí, Chickel y sus niños partieron desde Chile y cruzaron casi toda Sudamérica y América Central hasta arribar el 11 de julio pasado a Tapachula, en la frontera con Guatemala.
“Mi corazón me duele mucho”, confiesa. Los niños “no pueden dormir bien (ni) comer bien, no pueden ir a la escuela, es muy difícil”.
Con voz trémula, dice que su mayor temor es que la separen de ellos y ver truncado su anhelo de encontrarse con su hermana, que reside en Boston.
A su vez, Kabelo Joseph, de 29 años, quien también llegó desde Chile con dos hijos de 7 y 9 años y su esposa embarazada de seis meses, señaló: “Los mexicanos están pasando comida, ropa y ahora nosotros tenemos un lugar para dormir” pero “tenemos miedo a la (autoridad de) migración porque nosotros acá estamos sin documentación”.
Piensa quedarse en Ciudad Acuña “dos o tres meses si no nos molesta migración”.