24 Horas - El diario sin limites

‘Tembló 40 días, después llegó la grieta… ceniza’ Historia.

A 81 AÑOS DE LA ERUPCIÓN DEL PARICUTÍN Don Francisco tenía 20 años; hoy con más de un siglo de vida encima recuerda cómo fue la erupción del volcán más jóven del mundo

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Este 20 de febrero se cumplieron 81 años de que comenzó la erupción del Paricutín, el volcán más joven del mundo, que duró nueve años en actividad, que sepultó dos pueblos: Paricutín y San Juan Parangaric­utiro, en Michoacán, y el que Gerardo Murillo, el vulcanólog­o, escritor y pintor observó día tras día para hacer un registro escrito y plástico de su desarrollo.

Al respecto, él platicó con don Francisco Lázaro, un lugareño que atestiguó el fenómeno. “Lo vi venir despacio, subir la empinada cuesta a paso cansino, con dos ramas secas sobre su hombro para el fogón y sus más de 100 años de vida sobre sus callosos pies”. Raído, todo raído, con una venda sobre su ojo izquierdo y en su cabeza un sombrero de palma y muchísimos pensamient­os”, narra el autor.

Recuerda que venía como salido de un cuento, una leyenda o un mito. Cuántas anécdotas, recuerdos, sueños y anhelos en ese hombre que todavía baja y sube la cuesta de Angahuan al Paricutín y viceversa. Pequeño, delgado y encorvado por el peso de los leños y de los años, don Francisco Lázaro Bravo, con su siglo a cuestas, llegó a él, lo saludó atento, bajó sus palos y comenzó a platicar lo que vivió por aquellos años en que a Dionisio Pulido le brotó el volcán en su parcela.

UN AÑO DE TEMBLORES

Antes de eso, precisó, hubo un terremoto en Angahuan, “fue en 1942, tumbó una capillita a la que había venido el señor obispo. Un terremoto fuerte, como el del 85, así de fuerte. Después, en el 43, los temblores, pero no terremoto, como tres o cuatro diarios durante 40 días y luego apareció la grieta, el aire, la ceniza”.

El hombre no se tomaba respiro, hablaba y hablaba, como que ese día quería sacar todos sus recuerdos, sus remembranz­as, contarlas a quien pasara, precisa.

“Primero fue un cometa, blanco arriba y negro abajo, de dos colores, un cometa allá por Parícutin (sic), por San Juan”. En un inicio la nube de ceniza que se veía desde Angahuan fue tomado como un signo promisorio por parte del papá de don Francisco y por mucha gente del lugar. Así lo vieron y creyeron que era una señal divina, que algo bueno podría aparecer, aunque había temor, porque no dejaba de temblar.

El campesino siguió su relato: “Había miedo, mucho miedo. La gente lloraba, lloraba mucho, no entendía. Yo no lloraba, pero sí tenía miedo, veía llorar a todos. Primero fue el cometa, ceniza y aire, después lumbre, mucha lumbre, se veía desde Angahuan, papá y yo bajábamos todos los días a Parícutin”.

Habló de que todo aquello se convirtió en un caos, “creíamos que eran los acabos (sic) del mundo, que algún castigo de Dios nos había llegado por lo que andábamos haciendo mal por acá, no sabía que era un volcán”.

A sus más de 100 años, don Franciscon­o se dobla, no se vence, no se quiebra. Su mente es lúcida, sus recuerdos puntuales, sus anécdotas interesant­es, ilustrativ­as.

“Si te digo, niño, que pensábamos que eran los acabos (sic) del mundo, por eso de las tronaderas, del humo que crecía y crecía, por el relumbrón que nos encandilab­a cuando el sol y la noche empezaban a hacer fuerza. Ya luego vinieron de Morelia los gobiernos y nos dijeron que era el volcán de Parícutin (sic), que había que retirarnos, irnos. Yo no me fui, nada más me acerqué para Angahuan y desde allí lo vi crecer, hacerse grandote,

grandotote”.

Don Francisco Tenía 24 años cuando el volcán se le apareció a Dionisio Pulido aquel 20 de febrero de 1943, hace 81 años. Hoy que es un hombre con más de un siglo a

cuestas, sube y baja diariament­e las pendientes de Angahuan al Paricutín (Parícutin, para él) y refresca su memoria con el paso de los días para no olvidarse de todo aquello que vivió hace ya tanto tiempo.

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 ?? ?? SIGLO DE VIDA. Don Francisco Lázaro aún recorre el camino entre Paricutín y Angahuan, a donde se refugió cuando el volcán surgió.
SIGLO DE VIDA. Don Francisco Lázaro aún recorre el camino entre Paricutín y Angahuan, a donde se refugió cuando el volcán surgió.

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