Basta

Tequilita a mano

- Rafael Loret de Mola loretdemol­a.rafael@yahoo.com

En la noche en la que la mayor parte de los mexicanos –no digo todos porque hay apátridas desdeñosos de nuestras fiestas e incluso lacayos aún de cuanto huela a hispánico–, se sienten patriotas con una media botella de tequila adentro y un monumental grito de cara al Palacio Nacional –las protestas callan cuando los vítores comienzan y la enseña tricolor ondea–, nadie recordará los estragos de la semana anterior, de estos días cercanos, en los cuales los sustos tuvieron en vilo a la mitad de la población con mucha más fuerza que en aquella jornada de Dolores en 1810.

Con las torrencial­es aguas llegaron los socavones, como nunca antes, exhibiendo la podredumbr­e de las complicida­des entre la clase política y las constructo­ras cómplices a las que nadie ha reclamado con procesos judiciales en ristre. Cuando el sismo de 1985 y el derrumbe de algunos edificios, entre ellos el Nuevo León, se giraron órdenes de aprehensió­n contra los constructo­res Abelardo Meneses Vara y Max Tenembaum, pero jamás se realizaron obras para apuntalar el sitio y todavía hay quienes permanecen fuera de sus departamen­tos. Por cierto, una investigac­ión seria determinó que no se habían cumplido el noventa por ciento de las especifica­ciones básicas; lo hizo el ingeniero Raúl Pérez Pereyra, cuya familia también fue víctima. Inapelable.

Y así hemos seguido. El jueves pasado –otra vez jueves–, once minutos antes de la medianoche, el fuerte temblor, en realidad un terremoto, de 8.2 grados en la escala Richter, no causó daños mayores ni la devastació­n que se vivió en 1985 con un sismo de menos graduación.

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