2018: ¡Ya esta aquí!..
Afin de cuentas, ¿qué son dos millones de damnificados, más los que se acumulen en lo que resta del año? Lo que importa, en última lectura, es conservar el poder. A toda costa y a cualquier costo.
Estamos hablando, por supuesto, de la sucesión presidencial de 2018.
Primer escenario: El PRI renuncia al subsidio correspondiente al cuarto trimestre del 17 y propone que, en lo sucesivo, el presupuesto para todos los partidos quede cancelado.
Si el PRI no se sostiene con las cuotas de sus afiliados y tiene en déficit sus finanzas, ¿que explica que Enrique Ochoa Reza se aviente ese petate?
Segundo escenario: El PRI tiene a la cabeza de sus prospectos a tres en el burladero. Contra Aurelio Nuño conspira una gruesa porción del magisterio que coquetea con Morena. En la cuenta de Miguel Ángel Osorio, no cuadra su derrota como coordinador del gabinete de Seguridad Nacional.
Queda José Antonio Meade. Ha sido liberado de su condición de no militante del tricolor.
Tercer escenario: Ha irrumpido entre los escombros de los terremotos de septiembre Fuerza México, por iniciativa empresarial.
Cuarto escenario: El 27 de septiembre, Enrique Peña Nieto se reunió con los hombres de negocios. Los consideró factor imprescindible en el plan de la reconstrucción. Les anunció que en la primera etapa se presupuestarán 38 mil millones de pesos.
Al día siguiente, en Chia- pas, Peña Nieto hizo la declaratoria de las primeras tres Zonas Económicas Especiales (ZEE), en cuyo arranque se esperan inversiones del orden de cinco mil 300 millones de dólares. Ese proyecto es administrado por el ex líder del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani.
El Presidente prometió a los empresarios estímulos fiscales a los potenciales inversionistas en las ZEE: Exención del Impuesto sobre la Renta al 100 por 100 los primeros diez años; 50 por ciento en los siguientes cinco años. Tratamiento especial base cero en IVA.
En Tapachula, lugar de esos anuncios, el único presidenciable presente fue José Antonio Meade, a quien toca instrumentar esos incentivos fiscales.
Si el PRI renuncia al financiamiento público, ¿de dónde esperaría recursos para costear la campaña presidencial?
Lo dijo en célebre ocasión Carlos Salinas de Gortari: ¡ No se hagan bolas!
Más claro, ni el agua.