Perversidad y falsedad
TIEMPO SUMERGIDO EN UN SEVERO DRAMA
Nuestros tiempos se encuentran sumergidos en un severo drama, donde los rencores, las envidias y un sinnúmero de males, se han incrementado de manera preocupante.
La pandemia colaboró para crear un ambiente poco social y nada constructivo, en el cual urge reforzar lazos de fraternidad, donde males como la perversidad y la falsedad puedan eliminarse.
Quien hace estas practica antes mencionadas, goza de una conducta infernal. Perverso y maligno son sinónimos, situación que se da cotidianamente en los ámbitos de poder, donde un personaje valiéndose de su autoridad, realiza conductas descaradas de violación a los Derechos Humanos.
La falsedad corre la misma circunstancia, se entiende como la falta de verdad o autenticidad por parte de un individuo. Se usa la mentira y no se diga el pretender alagar a quien no lo merece. Falsear es tergiversar la realidad de manera intencional, para hacer caer en el error a las personas. Aquí encontramos como coincidencias plenas a la falsedad, tanto la difamación, como la calumnia; en la primera se atenta contra el buen nombre, la fama y el honor de una persona y la segunda, es generalmente una falsa imputación, o bien, una acusación sin sustento, todo ello con la intención de causar daños y perjuicios.
Lamentablemente en estas ideas, insistimos, perversas y falsas, varios medios de comunicación se prestan a tan putrefacta conducta, pero también tienen gran presencia para ello las llamadas redes sociales, las cuales, la mayoría de veces en forma anónima, actúan impunemente de manera oprobiosa e insultante.