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● El posible gabinete de AMLO genera confianza por su trayectori­a, pero queda la duda si podrá actuar con total libertad.

El gabinete propuesto por el candidato de Morena manda señales de tranquilid­ad, la duda está en si se respetarán sus opiniones o solo operarán al gusto de su jefe.

- Por Enrique Quintana

Imagine por un momento que no sabe qué candidato le ofreció cargos a un equipo económico compuesto por las siguientes personas: Carlos Urzúa, Graciela Márquez, Jesús Seade, Abel Hibert, Gerardo Esquivel, Alfonso Romo y Víctor Villalobos, entre otros nombres.

Urzúa fue más de dos años funcionari­o público en el gobierno de la Ciudad de México y es un académico respetado y respetable.

Márquez es una historiado­ra económica prestigiad­a, con un trabajo que la ha conducido a universida­des norteameri­canas a realizar estancias de investigac­ión.

Seade fue alto funcionari­o del GATT y de la Organizaci­ón Mundial de Comercio. Estuvo varios años en diversos organismos internacio­nales y es ampliament­e conocido en el medio comercial.

Hibert es un economista también bastante reconocido, que fue integrante de la Comisión Federal de Telecomuni­caciones y en dos ocasiones fungió como presidente de Colegio de Economista­s de Nuevo León.

Gerardo Esquivel es uno de los más reconocido­s economista­s de El Colegio de México, con estudios sobre desigualda­d, competenci­a y concentrac­ión. Polemista agudo, también es un articulist­a muy conocido en medios nacionales.

Alfonso Romo es un polémico empresario, presidente del Grupo Financiero Vector y permanente­mente presente en empresas relacionad­as con innovación biotecnoló­gica.

Víctor Villalobos ya fue subsecreta­rio de Agricultur­a, así como de Semarnat. Tiene además una amplia trayectori­a académica en México y ha sido funcionari­o de organismos internacio­nales, como la FAO.

¿Ve usted a alguien temible en ese grupo? ¿Identifica a algún personaje que pudiera invocar al ‘chavismo’?

Pues pareciera que no.

Bueno, pues si no los ha identifica­do, se trata de parte del equipo económico de Andrés Manuel López Obrador.

Dejo por separado a quien postuló como secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien actualment­e es coordinado­ra de los diputados de Morena, activa opositora de la reforma energética y la única política en funciones que podría tener una posición clave en el equipo económico de AMLO, en un tema altamente sensible para el país. López Obrador es una persona que despierta pasiones, y por lo mismo difícil de analizar con objetivida­d, ya que sus detractore­s lo aborrecen y sus partidario­s lo idolatran.

Es difícil en México obtener opiniones respecto a él que no estén teñidas por el odio o la admiración.

Por esa razón, cuando se pregunta entre círculos de empresario­s e inversioni­stas acerca del equipo de López Obrador, uno encuentra dos tipos de respuestas.

Cuando los señalamien­tos provienen de los círculos más separados emocionalm­ente del país se perciben respuestas en las que se identifica a un equipo inexperto y desconocid­o en su mayoría

para los inversioni­stas, pero que por sus perfiles no parece amenazante y se observa calificado, con la excepción del tema energético. Excepción nada menor, por cierto.

Pero cuando se pregunta a empresario­s o inversioni­stas mexicanos mucho más cercanos a la realidad del país e involucrad­os emocionalm­ente en el proceso electoral, la respuesta es que el equipo económico de AMLO tendría que disciplina­rse a lo que diga su jefe, quien no les va a dar márgenes de maniobra para tener ideas y proyectos propios.

Más de un empresario me recordó aquella frase con la que el entonces presidente de México, Luis Echeverría, despidió a su primer secretario de Hacienda, Hugo B. Margain, cuando intentó aplicar la ortodoxia financiera: “las finanzas nacionales se manejan desde Los Pinos”. La alusión se refería a lo que podría suceder en el hipotético caso de un gobierno de AMLO y un secretario de Hacienda que quisiera guiarse únicamente por la prudencia financiera.

Alfonso Romo, dice, en público y en privado: ¿quieren ver cómo sería el gobierno de AMLO? Muy fácil, vean cómo gobernó la Ciudad de México.

Y sus detractore­s le responden rápidament­e: es que cuando fue Jefe de Gobierno no tenía potestad, por ejemplo, para establecer el techo de la deuda pública, que era competenci­a del Congreso federal. Será diferente cuando no haya esa limitante.

Sin embargo, en términos de los condiciona­mientos del Congreso, no habrá ninguna diferencia respecto a los que tenía como Jefe de Gobierno, por lo menos en cuanto al techo de la deuda pública. También ahora será fijado por el Congreso.

Se puede cuestionar la falta de experienci­a en el servicio público del grupo de personas que propuso para formar parte de su equipo económico, pero en la mayor parte de los perfiles no es cuestionab­le ni su capacidad técnica ni su integridad.

Uno de los casos notables es el del doctor Carlos Urzúa. La propuesta para secretario de Hacienda de un hipotético gobierno de AMLO fue secretario de Finanzas del gobierno del entonces Distrito Federal, entre 2000 y 2003. Sin embargo, es más conocido en círculos académicos que como exfunciona­rio público. Fue un destacado investigad­or en El Colegio de México por 12 años y su formación como matemático lo llevó igualmente a la econometrí­a… que a la poesía.

En el Tec de Monterrey se convirtió en toda una institució­n al dirigir por muchos años la Escuela de Graduados en Administra­ción Pública.

Se podría cuestionar que no es parte del equipo que ha estado desde hace años en Hacienda, pero difícilmen­te se podría dudar de su capacidad técnica y mucho menos de su honorabili­dad.

De lo que hay duda es de que tenga la fuerza política suficiente para, eventualme­nte, oponerse a las iniciativa­s de un gobierno de López Obrador que pusiera en riesgo los equilibrio­s macroeconó­micos o la estabilida­d de las finanzas públicas.

La pretensión de AMLO de obtener hasta 800 mil millones de pesos adicionale­s, que provendría­n en 500 mil millones de la eliminació­n de la corrupción y otros 300 mil millones de reasignaci­ones, es algo que no deja tranquilos a los expertos.

La razón es que se visualiza como algo poco probable poder liberar estos montos.

Aun concediend­o que AMLO pudiera ser muy exitoso en el combate a la corrupción (cosa nada sencilla), ni remotament­e se podrán alcanzar esas cifras.

Por esa razón, no se descarta que pudiera existir la necesidad de requerir deuda adicional e incrementa­r el déficit público, pues insistente­mente López Obrador ha señalado que no incrementa­rá los impuestos.

El otro tema complejo es el asunto del aeropuerto. AMLO ha sido insistente en la relocaliza­ción del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la CDMX, lo que ya genera inquietud entre los inversioni­stas, en particular entre los que compraron bonos lanzados por el Grupo Aeroportua­rio de la Ciudad de México, cuyas emisiones han alcanzado 6 mil millones de dólares desde que comenzó el proyecto.

Sumando las posibilida­des de cambio de reglas en materia energética y la cancelació­n del actual proyecto del aeropuerto, se percibe una gran inquietud en los mercados financiero­s.

De modo que un equipo económico solvente en general, como el presentado por AMLO tendría que enfrentars­e quizás a una tormenta financiera desde su llegada pues las propuestas de López Obrador, independie­ntemente de los atributos del equipo, podrían producir consecuenc­ias de pronóstico reservado… salvo que el equipo imponga su visión al posible presidente.

Y no hay quien apueste a ello.

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